Mejor verla en ayunas
Con ‘‘The Serpent’s Path’’, remake producido en el Estado francés sobre ‘‘La senda de la serpiente’’, también suya, Kiyoshi Kurosawa cierra una trilogía junto con las novísimas ‘‘Chime’’ y ‘‘Cloud’’.
Como en la original, la venganza de un hombre y su cómplice por una muerte brutal acaba en una serie de torturas absurdas y descabezadas, repletas de la cháchara de una mala noveleta sobre conspiraciones. Los psicopáticos Damien Bonnard y Kou Shibasaki manosean, entre quemados y ansiosos, los rehenes que toman (Matthieu Amalric, y los que están por venir) en el almacén del que Kurosawa se sirve para su asceta pieza de cámara, un fantástico ensayo sin víctimas claras ni moralejas que aprender, sobre cómo el odio nos vuelve ciegos, intercambiables.
Ya sea por la compresión matemática de los aires en cada plano, o por un diseño de sonido de leve textura motosierra, ‘‘The Serpent’s Path’’ resulta nauseabunda, tenebrista y profundamente insatisfactoria. No cabe épica alguna tras un guion que utiliza los giros como excusa para prolongar hasta el agotamiento este milhojas de incertidumbres, que no suspense. De hecho, lo único que buenamente podemos saber es que, sádico, Kurosawa nos propuso jugar a una comedieta macabra, con Matthieu Amalric y Grégoire Colin por bufones afrancesados, mientras nos arrojaba a una noche más oscura y larga, a una pesadilla acechante aún a plena luz del día.

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