Excesiva, pretenciosa, inclasificable

Pese a que tiene momentos de brillantez visual y narrativa, “Megalópolis”, de Francis Ford Coppola, es excesiva, pretenciosa e inclasificable. Tan desbordante y desbordada que Coppola se estrella contra sí mismo. Se percibe como un rompecabezas al que le faltan algunas piezas.
Se muestra como una sátira retrofuturista en la que la Nueva York del siglo XXI confronta la descomposición de la civilización occidental, una perspectiva que Coppola presenta a través de la iconografía asociada con la caída del Imperio Romano.
Uno de los problemas más evidentes es su narrativa confusa y dispersa, enriquecida con un sinfín de referencias a poetas y filósofos. La trama intenta abordar múltiples temas complejos, como la ambición, la utopía y el poder, pero en su afán de hacerlo, termina perdiendo el hilo conductor. La película salta entre diferentes arcos argumentales y personajes sin un desarrollo claro, dejando al espectador desorientado y desconectado emocionalmente de la historia. El aspecto visual cambia y evoluciona sin una dirección definida, mientras que el montaje resulta anticlimático.
Es cierto que tiene escenas muy interesantes y espectaculares, pero su desarrollo general y el de los personajes roza lo absurdo; muchos de ellos carecen de profundidad. Personajes que parecen importantes en la trama y no vuelven a aparecer en toda la película. Así todo.
Lo que no se le puede reprochar es su entusiasmo y su afán por hacer algo gigantesco; es un salto sin red, sin complejos, sin ambigüedades. Porque absolutamente todo es irregular, pero a su vez todo es tremendamente épico.
Coppola es un artista irrepetible, pero aquí se pasa de frenada. Una pena.

Kneecapen oihua herri zapalduen alde BBK Liven

¿La solución es que dimita Pedro Sánchez? «Talvez não»

«Jasotzen ari naizen biolentzia Elizak oraindik duen indarraren adierazle da»

Un diputado palestino lanza su «Yo acuso» a Israel y salva su continuidad
