Concentración
A la que te despistas entras en barrena en estancias donde lo obvio se salsea con la rutina, la duda se encabrita y todo acaba en la triste melancolía otoñal que ni los veranillos alientan más que para aceptar que las cosas son como son porque una vez alguien instauró un alumbramiento que se ha cronificado o enquistado. Los principios de temporada, la acumulación de eventos culturales de primera magnitud a finales de setiembre y principios de octubre fueron un hallazgo socio político y cultural de los tiempos que llamamos transición y que se amparaban en una realidad nueva, con ayuntamientos democráticos, gobierno autónomos y una incipiente necesidad de valorar lo cultural de un manera más fehaciente.
En las artes escénicas, desde aquellos tiempos a los actuales lo más evidente es que ahora hay programaciones a lo largo de todo el año que además se realizan en salas y teatros remodelados o de nueva construcción. La efemérides, por lo tanto, es solamente un efecto y un Festival debe buscar opciones muy especiales para que no sea una simple programación concentrada. Lo cierto es que en el tercer trimestre debe ser cuando se concentra la ejecución de los presupuestos de muchos municipios y por eso se ofrecen más espectáculos. La duda razonable es si eso, ahora, se compadece con lo que los públicos desean o necesitan. Y nadie sabe de manera certera ni de principios, ni de fines de la acción cultural.

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