El rugido de San Mamés vuelve a escucharse en Europa
El Athletic celebra su primera victoria en la Europa League tras imponerse a un rival defensivamente muy serio. El gol se hizo esperar hasta la segunda parte, cuando Iñaki Williams remató una asistencia de su hermano. Sancet sentenció después.

Recibió San Mamés a su equipo cantando y con las bufandas al viento y lo despidió de igual manera pese a que durante un buen rato hubo que ponérselas con doble vuelta porque el esperado reencuentro de la Catedral con la competición europea se vio destemplado por el viento frío que se había traído del Norte el AZ Alkmaar. Pero Iñaki Williams sacudió el termómetro de un chutazo y las bufandas pudieron volver a ondear los veinte últimos minutos. Hubo hasta a quien le sobró la camiseta cuando Sancet se apuntó la sentencia.
El Athletic ya tiene su primera victoria en esta Europa League, un alegrón del que no había podido disfrutar desde hacía siete años, cuando se impuso, también sufriendo, al Hertha, en la fase de grupos de este mismo torneo. No fue necesario remontar anoche pero tampoco lo puso fácil un rival que amontonó gente atrás para complicar las ansias ofensivas de los rojiblancos. Lo bueno es que tanto empeño destructivo restaba al equipo neerlandés posibilidades de golpear pero entre que alguna hubo y que las propias escasearon, el choque requirió un doble esfuerzo al Athletic, para doblegar al AZ y para no dejarse vencer por la impaciencia.
Empezó bien el equipo bilbaino, que saltaba al campo muy renovado respecto al domingo y no tanto respecto al Olímpico. De aquel primer once europeo se caían Unai Gómez, Djalo y el lesionado Prados para dejar su hueco a Jauregizar, un recuperado Sancet y Nico Williams, que estuvo en el origen de los dos goles. Su hermano lo intentó antes, sin haberse cumplido el primer minuto, con un centro desde la derecha que Guruzeta cabeceó cruzado. Y después fue Nico el que cedió atrás para que Yuri enviara un chutazo al larguero.
Pintaba bien pero la sensación se fue diluyendo según avanzaron los minutos y el Athletic, con el área visitante bien protegida, no encontraba alternativas a los remates desde fuera del área como los de Galarreta o, de nuevo, Yuri.
No empezó mejor la segunda parte y Ernesto Valverde dio entrada a De Marcos en busca de más profundidad. El peligro debía llegar por las alas y, aunque costó, así acabó pasando. Un par de diabluras de Nico, más entonado ahora -o más cansados sus defensores-, anticiparon lo que estaba por llegar. En el 72 centró para que su hermano se colara entre los centrales y rompiera el 1-0. Y en el 85 probó a hacerlo todo y aunque Owusu-Oduro respondió, su rechace lo aprovechó Sancet para sentenciar.

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