Fútbol y migración
Encuentro una luz nublada cada vez que miro hacia mi interior sin filtros. ¿Dónde miramos cuando miramos hacia nosotros mismos? ¿Y qué vemos en esa prospección subterránea? Al despertar, el fútbol seguía estando en el marco iluminado de la pantalla más cercana. Pregunta destartalada y tendenciosa: ¿hay mucho o poco fútbol? ¿Qué día de la semana nos queda libre de partido de fútbol retransmitido en directo? ¿Es un fenómeno universal o tiene connotaciones locales?
Preguntar no es ofender. En televisión, ahora, el fútbol es de pago. Repito: excepto partidos de selección, todo se retransmite en plataformas de pago. Y deben ser muy rentables. No en todos los lugares. En Francia tiene graves problemas para sostener todo el tinglado económico. Por cierto, el fútbol, sin señalar, ¿es una actividad suficientemente fiscalizada en lo global y lo particular? No preguntes mucho que hay unos charcos profundos que tienen aguas estancadas.
Soy consumidor de partidos de fútbol de varias ligas, me encanta el crecimiento del fútbol femenino y constato que en los equipos de mayor proyección el número de jugadores de origen africano crece de manera geométrica. Es algo que tendrá explicaciones sociales, culturales y físicas. Una realidad muy evidente que no se da en otras profesiones. Por eso, en un reportaje sobre jóvenes migrantes me conmovió que en Baiona, en un albergue de acogida, les preguntaban a los chavales recién llegados qué querían ser y respondía con convicción: futbolista. Una vía rápida para tener papeles inmediatamente... si eres bueno.
Moreno y Lisci, dos trayectorias de menos a más en Osasuna

«Elektronika zuzenean eskaintzeko aukera izango dugu orain»

«Gizarte aldaketa handi bat» eskatu du euskararen komunitateak

ASKE TOMA EL TESTIGO DEL HATORTXU EN ATARRABIA
