Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
ALAS BLANCAS

Visualmente atractiva, pero con un enfoque simplista

La cinta sirve como una especie de secuela y expansión del universo de la película “Wonder” (2017). Se centra en la historia de Julian Albans, el antagonista del anterior film. Descubriremos una faceta más humana y vulnerable de Julian, cuando su abuela, Sara, lo introduce en un viaje al pasado a través del relato de su propia infancia durante la ocupación nazi en el Estado francés. Aunque Marc Forster intenta presentar una historia de empatía y bondad en medio de uno de los periodos más oscuros de la historia, el enfoque argumental es demasiado idealista y simplista; podría haber profundizado más en la relación entre las dos historias para conseguir una cohesión emocional más fuerte; no logra tejer ambas tramas de manera efectiva y destaca más en la representación del pasado que en la narración del presente. Forster es conocido por su capacidad para crear mundos visualmente atractivos y emotivos, pero en “White Bird “ utiliza el contraste entre el presente y el pasado de manera irregular.

Mientras que la abuela Sara (Helen Mirren) tiene un papel central y trabajado, muchos personajes secundarios carecen de profundidad. A pesar de la potencia escénica y humana del film, el director no logra evitar caer en una notable simplicidad al desarrollar el resto de los protagonistas.

El tono moralizante es otro punto negativo: presenta su mensaje de manera demasiado didáctica, repleta de subrayados y algo sermoneadora, sin ofrecer al espectador suficiente espacio para la reflexión. Aunque visualmente atractiva y con momentos conmovedores, su enfoque simplista, la falta de desarrollo emocional en algunos de sus protagonistas, y su ritmo irregular, la convierten casi en una película de sobremesa.