Una política migratoria criminal e ineficaz
Un buque militar italiano ha trasladado esta semana a los primeros migrantes en situación administrativa irregular de la península itálica a Albania, en virtud del acuerdo migratorio alcanzado por el Gobierno ultraderechista de Giorgia Meloni con el país balcánico. Allí, son recluidos en centros de internamiento que se parecen demasiado a una prisión y que, según testimonios periodísticos, están todavía en obras. Significativamente, no hay prevista ninguna inauguración.
La posición de la Unión Europea ante este nuevo intento de frenar la migración y limitar el derecho de asilo refleja la deriva comunitaria sobre esta materia. No es que antes esta tierra fuese un santuario de los derechos humanos -las devoluciones en caliente en Melilla o los controles sobre el Bidasoa son buena muestra de ello-, pero en 2018 la Comisión Europea comandada por Jean-Claude Juncker rechazó estos centros de expulsión en territorio extracomunitario. Alegó entonces que infraestructuras de este tipo eran ilegales a la luz de la legislación europea y que incurrían en un serio peligro de violar el derecho de asilo. Seis años más tarde, con la ultraderecha marcando el ritmo del discurso en materia de migración, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que en el pasado se opuso a esta práctica, la acoge ahora con los brazos abiertos. Culmina así la integración de la extrema derecha en el sistema de poder de Bruselas.
Encerrar a migrantes en Albania vulnera a todas luces los derechos de esas personas, pero, además, no arregla nada. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, no sabe ya cómo explicarlo. El lunes recordó en Ginebra que una política migratoria centrada únicamente en la frontera «no funciona», facilita la violación de derechos y además resulta «ineficaz». Mientras haya razones para migrar, para huir del lugar de nacimiento en busca de un futuro mejor, habrá personas migrantes. Hay que gestionar su llegada y su estancia, y no es fácil cuando el tema se utiliza para alimentar bajas pasiones y sacar rédito político. Pero poner un tapón no sirve de nada si el grifo sigue abierto.

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