Como habían afirmado varios ministros, el Gobierno turco identificó como combatientes kurdos del PKK a los dos autores del ataque contra la sede de Industrias de Defensa de Turquía cerca de Ankara, que dejó siete muertos, entre ellos los dos atacantes, y 22 heridos.

En represalia, el Ejército turco comenzó en la misma noche del miércoles ataques, con aviones y drones, contra territorio kurdo en Irak y Siria, en los que dijo haber alcanzado 47 objetivos y matado a 59 «terroristas, incluidos dos de alto rango».

El Gobierno autónomo de Rojava denunció que al menos doce personas murieron, entre ellas dos niños, y 25 resultaron heridas en los bombardeos turcos, que destruyeron infraestructuras civiles, como estaciones de gas y electricidad.

«Atacar nuestra región cada vez que ocurre un incidente de seguridad en Turquía viola las leyes internacionales, y el silencio de los aliados de Turquía es un crimen mayor», denunciaron las autoridades kurdo-sirias.

MENSAJE DE OCALAN

El ataque de Ankara se produce cuando se empezaba a hablar de la posibilidad de un diálogo sobre el conflicto kurdo. «No puede ser una coincidencia», dijo el presidente del Parlamento turco, Numan Kurtumulus en el funeral de una de las víctimas.

La formación ultraderechista MHP sugirió invitar al líder del PKK, Abdullah Ocalan, a hablar ante el Parlamento para anunciar «su renuncia al terrorismo».

Y el mismo día del ataque, Ocalan, en aislamiento desde 1999 en la isla-prisión de Imrali, recibió la visita de un familiar y diputado del principal partido prokurdo, el DEM, la primera en más de cuatro años. El líder kurdo transmitió el siguiente mensaje: «Si se dan las condiciones, tengo el poder teórico y práctico para trasladar el conflicto del campo de la violencia al campo jurídico y político».

El DEM consideró «significativo» que este ataque se produzca «cuando la sociedad turca está discutiendo soluciones para hacer realidad la posibilidad de diálogo».