EDITORIALA

Los sumideros, como el planeta, ya no dan abasto

Las conclusiones preliminares del estudio desarrollado por un equipo de investigadores internacionales sobre los sumideros naturales de CO2, que publicamos en estas páginas, son alarmantes, pues ponen de relieve que la capacidad de la Tierra para absorber carbono se ha visto reducida drásticamente, hasta el punto de que en algunos de los sistemas el balance empieza a ser negativo. Es decir, emiten, o están a punto de hacerlo, más gases que los que capturan, lo que es un problema de primer orden para los objetivos tendentes a mitigar el impacto de la crisis climática. Los modelos elaborados hasta el momento, en absoluto optimistas, no contemplaban esta variable, y de confirmarse lo que se apunta en este trabajo el escenario se vuelve más incierto si cabe.

Desde el cada vez mayor número de puntos de no retorno que se han rebasado hasta la pérdida irreversible de biodiversidad, los estudios que advierten de la gravedad del momento se suceden, las llamadas de atención del planeta son cada vez más acuciantes. Y, sin embargo, nuestra respuesta no solo no está a la altura sino que muestra una irresponsabilidad insólita. El hecho de que el año pasado las emisiones globales de CO2 crecieran un 1,1%, que la UE optara por salvar el gap energético provocado por la guerra de Ucrania apostando por fuentes tan contaminantes como el carbón -¿Quién se acuerda del Green Deal?-, o que un negacionista confeso como Donald Trump vuelva a disputar la presidencia de Estados Unidos con serias opciones de victoria, dibujan un panorama desesperanzador para todo aquel que anhele, no un futuro mejor, sino simplemente un futuro.

Las declaraciones de Johan Rockström, director del Instituto de Postdam para la Investigación del Impacto Climático, indicando que la ayuda que durante décadas nos ha facilitado el planeta para paliar nuestros desmanes -como consumir anualmente el doble de los recursos de la Tierra-, «está llegando a su fin», resumen el estadio en el que nos hallamos en la lucha más importante que libra la humanidad, la que pone en juego su propia supervivencia. Y si no se actúa ya, y decididamente, perderemos estrepitosamente esta batalla.