Ya lo advirtió Ernesto Valverde antes del partido: «¿Favoritos? Jugamos fuera y ante un rival acostumbrado a jugar en Europa». El técnico rojiblanco no quiso pecar de exceso de confianza ante un equipo que, aunque no le está yendo bien en la competición europea, arrasa en la liga búlgara, y encaró a la portería contraria con los hermanos Williams y Álex Berenguer, los tres en plena forma, con Álvaro Djaló como punta de lanza.

Pero, efectivamente, el Ludogorets lo puso difícil. En la primera parte, daba la impresión de que el equipo búlgaro, si tocaba el balón, era para forzar alguna ocasión de gol, y si no, ¿para qué? Aprovechó los contraataques para colarse en el área del Athletic varias veces, unas bombeando el balón por encima de las cabezas de los defensas, otras con pases certeros al hueco. Los defensas de Bilbo a veces llegaban y otras veces no.

En el minuto 19, el que no llegó fue el guardameta vasco. Normal. El disparo de Erick Marcus desde fuera del área fue incontestable, Agirrezabala no pudo hacer nada. La afición que acudió al Ludogorets Arena de la localidad búlgara de Razgrad, salvo los 500 valientes del Athletic, tuvo la fortuna de celebrar el gol dos veces. Primero, cuando el balón entró en la porteria y, después -tras unos largos minutos en los que los búlgaros se anudaron la garganta y los del Athletic salivaron-, cuando el VAR confirmó que el gol fue legal, que no hubo fuera de juego.

Los búlgaros se envalentonaron, y volvieron a colar el balón en la red, aunque, esta vez, el gol sí que fue anulado por fuera de juego (m.39). El entrenador, Igor Jovicevic, no podía ocultar sus muecas de satisfacción, consciente de que su equipo había conseguido dar la sorpresa e infundir algo de miedo en los contrarios.

COSAS DEL FÚTBOL

Tras el gol en contra, los rojiblancos se lanzaron al ataque, sobre todo por la banda izquierda, donde Nico Williams acertó en zafarse de los rivales en varias ocasiones para centrar al área. Uno de esos balones cayó a plomo para Iñaki, tan perfecto, que pareció que le pilló de sorpresa, y falló.

El mayor de los Williams compensaría el fallo después del descanso, con un golazo en el minuto 73: centro de De Marcos al área, control orientado hacia la portería y balón dentro. Y cosas del fútbol: al equipo rojiblanco le costó muchísimo igualar el marcador y, sin embargo, en tan solo un minuto le dio la vuelta al partido, con el gol de Nico Serrano en el 74. Quizás tuvo que ver el triple cambio que realizó Valverde antes de que los leones volvieran a saltar al campo, teniendo en cuenta que dos de ellos participaron en los goles, ya que fue De Marcos quien asistió a Iñaki Williams.

Con el 1-2, Ludogorets ya no daba tanto miedo, a pesar de que, hasta el pitido final, sus jugadores no dejaron de asustar la portería que guardó con acierto Agirrezabala.

Después de tanto sufrir en la primera mitad y parte de la segunda, la remontada fue un merecido regalo para el Athletic. Al final del partido, solo le quedaba perder el tiempo y esconder el balón. Se concentró en ello y no quiso entrar en la bronca cuando Rwan Seco le propinó un cabezazo a Nico Serrano, después de que este le hiciera falta. La jugada acabó con amarilla para ambos y, el partido, con victoria para el Athletic, que suma diez puntos en Europa League.