¿El cine vasco morirá de éxito?
Nuestro sector audiovisual, sobre todo el cine, vive un momento dulce, con éxitos en lo creativo y un aumento extraordinario de los rodajes, gracias a los incentivos fiscales. La pregunta es: ¿será esto flor de un día?

Nadie lo pone en duda: el cine vasco está en un momento dulce: los y, sobre todo, las cineastas -ahí está uno de los cambios respecto al pasado- llevan gente a las salas, y son reconocidos por la crítica y el sector. También el euskara, y ese es otro buen dato, va ganando espacio en parcelas que hasta ahora parecían vedadas, con series y largometrajes que ganan premios o se ven en plataformas internacionales.
A su vez, en los dos últimos años se ha producido un incremento importante de los rodajes, gracias a los incentivos fiscales que han articulado las diputaciones, entre las que destaca la de Bizkaia. Según los datos que lanzó ayer Agustín Atxa, director de comunicación de Bilbao Bizkaia Film Commission, en 2023 se rodaron 12 largometrajes y 7 series solo en este herrialde. La situación es de pleno empleo... pero no es todo tan idílico como parece o, al menos, preocupa en el sector cómo se articulará en un futuro. Porque, ¿cuál es el techo? ¿Traerá consigo la creación de una industria audiovisual vasca fuerte? ¿Están las administraciones y el sector dispuestos a repensar qué industria audiovisual queremos?
Este tipo de cuestiones surgieron en el encuentro que tuvo lugar ayer en la Alhóndiga de Bilbo, organizado por la asociación de productores Epe Ibaia dentro del festival Zinebi. «Se rueda donde hay incentivos; es una necesidad creada por las actuales dificultades de financiación», sentenció el productor José Luis Escolar (Calle Cruzada). Por los incentivos fiscales ha traído él a Bilbo el rodaje de “In salt water”, una serie del suizo Denis Rabaglia, protagonizada por la actriz francesa Maud Wyler (“La vida de Adele”).
Roberto Butragueño es CEO de Elamedia Estudios, una productora creada en Madrid que ha abierto delegaciones en Donostia y Bilbo. Apuntó que «hay miedo de que el éxito se vaya de las manos». Abogó por una apertura de miras, cara a reflexionar sobre qué se quiere hacer para crear una industria vasca del audiovisual.
«Quizá podríamos empezar a hablar también de qué forma toda esta riqueza fortalezca la industria local y no solo atraer a agentes externos que se instalen aquí. Que sirva para promover a los que vivimos aquí, que queremos seguir viviendo aquí, contando las historias desde aquí y en el idioma nuestro», añadió la cineasta Esti Urresola (“20.000 especies de abejas”).

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