Mientras en las sedes parlamentarias las intervenciones se asemejan a lluvias de barro, indulgencias de cristal y corrosiones estructurales, la lucha silenciosa y silenciada de las poblaciones más afectadas por recuperar algo parecido a su normalidad antes de la Dana se ha convertido en un recurso que se balancea entre la sicología, la sociología y la resiliencia abstracta. Es fácil entender que la pregunta de muchos individuos, muchas familias, de corporaciones, organizaciones e instituciones sea la duda integral, ¿por dónde empezamos?

Así que asombrados por la infamia de toda la banda sentenciada en firme por el Tribunal Supremo por realizar obras en su sede central de Madrid con dinero de la caja B, es decir dinero negro proveniente de la corrupción que les alimenta, que intenta sustentar a Mazón porque de lo contrario si se va a elecciones puede perder la Comunitat de València, tan ávidos de robar con la rehabilitación, con sus empresario de confesión diaria prevenidos, que están ciegos, sus malas ideas se vuelven autoinmunes y se contaminan hasta la obscenidad moral.

Adopto una vía de análisis que dice que el gobierno de Israel cree tener la oportunidad de exterminar la idea de Palestina. No les es suficiente arrasar los territorios, matar a sus habitantes o expulsarlos, colonizar a lo bestia, sino acabar con la misma idea de Palestina. ¿A costa de qué, en qué tiempo, con qué medios? Es un plan absolutamente finalista. Los días pasan descontando signos de libertad y aumentando la consentida barbarie totalitaria para aniquilar a un pueblo.