SERGIO IGLESIAS
BILBO
Elkarrizketa
Gorka Larruzea y Ricky Ibañez
Integrantes de La Secta

«En este disco ha habido mucha maduración personal y musical»

La banda bizkaitarra acaba de publicar ‘‘Buscando la luz’’, el nuevo capítulo de una carrera impoluta, en el que La Secta ha mantenido ese halo de “grupo de culto”, como supervivientes de una época dorada, seguramente irrepetible, en la que destacaron junto a bandas como Los Bichos o Cancer Moon, entre otros. Este viernes actúan en Mytho de Bilbo.

(J.A. ARETA GOÑI)

Antes de hablar del momento presente de la banda, cuéntenos cómo se gesta aquella reunión de la banda que tuvo lugar en 2017, después de 13 años tras la separación de La Secta.

GORKA LARRUZEA:

Yo estaba muy desconectado del mundo del escenario, aunque seguía conectado a la música con el sello Bang! y Munsterama. No sentía la necesidad de estar en un grupo tocando, ya que estaba sacando discos que me gustaban y yendo a ver bandas que disfrutaba. En un concierto en el Azkena surgió la idea de quedar un día para comer y luego tocar algo. Sin embargo, Ignacio estaba en Cáceres y la idea quedó en el aire. Más tarde, estando en Sodupe, decidimos visitar el local donde ensayábamos. Nos encontramos con el padre de Alberto, que vivía en Olazagutia, y le pedí que me llamara. Quedamos para tomar unas cervezas, hablamos, y decidimos juntarnos para ensayar.

¿Y cómo fue aquella primera toma de contacto?
G.L.:

El primer ensayo fue horrible; los únicos que realmente dieron pie con bola fueron Txetxu y Alberto, que seguían tocando regularmente. Ensayábamos en Grabasonic, pero pasábamos casi más tiempo en la cervecera de al lado (risas). Alberto mencionó que nos habíamos reunido a gente del Festivalle de Tobalina, que me llamaron para ver si queríamos actuar en la edición de aquel año. Dijimos que sí, y nos pusimos las pilas, ensayando más en serio. Sin embargo, un mes y medio antes del concierto casi ni ensayamos, y Txetxu llegó al bolo con una tendinitis. Tocamos con incertidumbre, pero finalmente salió un concierto espectacular.

Después, Xabi, de Señor No, me invitó a cantar con ellos una canción de los Stooges. Desde ahí, todo fue hacia adelante. Creo que fue fundamental que aquello saliera bien, porque si ese concierto hubiera sido un desastre, ten por seguro que no habríamos continuado.

¿Eran conscientes de que, como grupo de culto que eran, aquel concierto era un acontecimiento importante para mucha gente?
G.L.:

Con tantas formaciones y épocas diferentes, ese halo de grupo de culto al principio no lo percibimos tanto. Pero cuando llenamos dos veces Kutxa Beltza nos dimos cuenta del impacto que teníamos. De todas formas, la idea era que, en esta vuelta, debíamos superar lo que hicimos en su momento, manteniendo la misma actitud y revisitando las canciones desde la actualidad, pero sin llegar a perder su esencia.

¿En aquellos momentos ya empiezan a pensar en la posibilidad de hacer temas nuevos?
G.L.:

Al principio no, porque las canciones que estábamos tocando seguían sonando frescas. Aunque ‘‘Blue Tales’’ es un disco extraño, tiene un toque experimental que, al escucharlo ahora, sigue funcionando muy bien, y estábamos disfrutando mucho esos temas. Aunque no seamos unos genios técnicamente, cada concierto de La Secta era una aventura: podía sonar genial o no, había siempre mucha incertidumbre. Pero llegó un punto en el que pensamos que no podíamos vivir de las rentas. Nos ofrecieron un par de tributos para ver cómo sonábamos en estudio, lo que nos llevó a crear dos temas inéditos para el libro de La Secta que hizo Pablo Salgado. A partir de ahí, nos enfocamos en crear temas nuevos, ya que no queríamos seguir tocando las mismas canciones de siempre.

¿Cómo se produce el regreso de Ricky a la banda?
G.L.:

Empezamos a ensayar esos temas nuevos, y, al igual que en los conciertos, en los estudios siempre había mucha incertidumbre. Cuando Alberto dejó la banda tras la pandemia empezamos a trabajar con Ricky, con quien ya habíamos tocado antes, y fue muy divertido.

RICKY IBAÑEZ:

Yo ya había coincidido con Txetxu en un disco homenaje a Coco de Los Rotos. No le conocía personalmente, pero al hablar, descubrimos que ambos habíamos tocado en La Secta. Me comentó en qué punto estaban y me pidió ayuda para avanzar… y fue uno de esos momentos mágicos, que se dan en la vida, porque La Secta me marcó mucho, igual que Safety Pins, porque son las bandas con las que empecé. Cerramos varios temas, y a partir de ahí decidieron contar conmigo.

G.L.:

Todos estábamos encantados porque, como te decíamos, ya habíamos coincidido antes, y además se entendía de lujo con Txetxu, y cuando la base rítmica funciona, todo es más sencillo.

¿Cómo fue el proceso de composición 28 años después de vuestro último trabajo en estudio hasta ese momento, «Fuzz Godz»?
G.L.:

Íbamos componiendo y seleccionando qué temas incluir en el disco. Algunas canciones las dejamos en barbecho, y luego, en el estudio, sucedía algo mágico que decidía cuáles entraban finalmente. Una de ellas fue ‘‘Perfect Time’’, la canción más antigua de La Secta, que nunca habíamos grabado en un disco, solo en maquetas o en directo. También había temas con partes de Patxi, otra de Txetxu, otras más perfiladas y dos mías que sufrieron cambios, gracias a las aportaciones del grupo… Fue un proceso muy colaborativo. Nunca nos cerramos en cuanto a estilos, porque cada uno en la banda tiene unos gustos personales diferentes, y eso hace que el disco, aunque tenga cosas diferentes, mantenga un tronco común que lo une todo. Es como un viaje, desde el inicio hasta el final.

¿Qué papel jugó Jack Endino en el resultado final del disco?
R.I.:

Utilizamos sus consejos técnicos, especialmente en la grabación, porque como finalmente no pudo venir, no quiso figurar como productor. Así que, decidimos trabajar con Miguel Ángel Ruiz, en los estudios PopSonic de Daimiel, donde grabamos una primera vez, pero no quedamos satisfechos y repetimos. Esa primera grabación nos ayudó a ajustar ritmos e intensidades. Pero lo que ya fue la hostia fue cuando Jack Endino nos mandó las mezclas: nos quedamos alucinados, porque supo reflejar nuestros gustos de una forma magistral.

G.L.:

Lo que queríamos era que el sonido fuera lo más fiel posible a lo que somos, sin plugins ni artificios, solo con amplis, pedales, batería y bajo. Cuanto más esencia das al producto, mucho mejor, porque luego todo eso también hay que transmitirlo en directo.

¿Creen que, después de tantos años, han cambiado mucho las cosas a la hora de dar conciertos o publicar discos?
G.L.:

Todos hemos seguido en la industria, de una manera o de otra, durante estos años. Pero creo que el tema de los conciertos, hoy en día, está todo como muy mercantilizado y el panorama ha cambiado mucho, la verdad. Antes había más sitios para tocar, y ahora tienes que pedir fechas con mucha antelación y la gente organiza los discos en función de una programación de conciertos. Nosotros seguimos igual, y eso a veces nos choca. Sin embargo, ahora tenemos herramientas como las redes sociales que, aunque no me gusten en absoluto, hay que utilizar, porque si no estás ahí no existes. Además, las nuevas tecnologías que tenemos hoy por hoy pueden ser muy beneficiosas si se saben usar bien.

De todas formas, lo más importante es que estoy contento por haber grabado este disco. Me he quitado una espina y siento que, en ‘Buscando la luz’ ha habido mucha maduración, tanto en lo personal, como en lo musical. En mi opinión, este disco es el más completo en ese sentido.

¿Cómo contactan con FOLC Records, con quienes han editado el disco, en colaboración con Munsterama?
R.I.:

Valoramos varias opciones para sacar el disco, pero FOLC siempre fue una posibilidad. Gerar y Antonio siempre están metidos en todos los fregados y tienen los grupos de más relevancia en nuestro estilo, por todos los contactos que han hecho a lo largo de los años. La cuestión es que yo he trabajado con ellos en varias giras, y cuando se lo comenté me dijeron que siempre han sido muy fans de La Secta, y decidimos hacer la coedición con Munsterama

Cada vez son más habituales estas colaboraciones entre sellos, ¿no?
R.I.:

Sí, porque siempre hay esa incertidumbre de cómo va a funcionar el disco, y por eso es mejor repartir el riesgo. Pero bueno, al final, la cuestión es muy sencilla, y si no tocas, no vendes discos, porque hoy en día, donde más se vende es en los conciertos.