Bush captura a Saddam Hussein y lo encamina hacia la horca

El presidente de EEUU George W. Bush se dirigió en directo por televisión a los estadounidenses para comunicar la captura de Saddam Hussein el 14 de diciembre de 2003. «Ha terminado una era oscura y dolorosa para los iraquíes», afirmó.
«Esto representa el final de Saddam y todos aquellos que mataron y abusaron de la población en su nombre», proseguía aquella conexión en directo. «Saddam Hussein se enfrentará a la justicia que negó a millones de personas», prometió el presidente de Estados Unidos.
Bush quiso escenificar con la captura de Hussein el cierre del ciclo que inició su padre con la guerra de 1991. Una de las directrices de la operación especial “Amanecer Rojo” consistía en capturarlo vivo para poder juzgarlo.
La excusa para retomar la invasión de Irak -las evidencias de la CIA y el MI6 de que el líder iraquí contaba con armas de destrucción masiva- aún no había decaído formalmente. El presidente de EEUU no admitió hasta 2008 que creer en aquellos informes de inteligencia fue «su mayor error».
Los principales líderes europeos felicitaron a Bush por su captura. El británico Tony Blair calificó la detención como un hecho «terriblemente positivo para el futuro de Irak». El alemán Gerhard Schröder manifestó haber recibido la noticia con «mucha alegría». Y el español José María Aznar sostuvo que había «desaparecido el principal obstáculo para la paz».
EN UN BÚNKER JUNTO A LA ALDEA DONDE NACIÓ
Los marines encontraron a Hussein en un diminuto búnker cercano a Tikrit, a pocos kilómetros de la diminuta aldea en la que nació. En las imágenes aparecía sucio y desastrado, con pequeñas heridas y una enorme barba entrecana. Decía el editorial de GARA del día siguiente que lo habían exhibido «como a un mono de feria». Tenía 66 años.
El peor enemigo de Occidente -hasta la irrupción en escena en 2001 de Osama Bin Laden- había nacido pastor de cabras y no aprendió a leer hasta los diez años. Su tío lo sacó de la miseria, se afilió al partido laico panarabista Baaz con 19 años, cuyo lema es: «Unidad, Libertad, Socialismo».
Tras participar en un atentado frustrado contra Abdel Karim Kassem, el militar que derrocó al rey Faisal II de Irak, huyó de su país con un balazo en la pierna. Lo acogió el Egipto de Gamal Nasser (también panarabista y socialista).
En 1963, baazistas y nasseristas derrocan a Kassem y, en un par de años, Hussein logra imponerse en la pugna en las distintas corrientes del Baaz. El panarabismo se rasgaba por todo Oriente Medio. El Baaz se partió en dos familias: la iraquí de Hussein y la siria, que quedó en manos de Hafez Al Assad (padre de Bashar al Assad), que también había logrado hacerse con el control de Damasco.
Hussein devino en los años siguientes en un dictador contradictorio, excéntrico (mandó escribir un “Corán” con su propia sangre) e implacable.
Lanzó a su país a una guerra contra Irán tras invadir el país vecino en 1980, virando su eje de alianzas y aliándose con el imperialismo. EEUU volvió a abrir su embajada en respuesta en 1984.
Tras la guerra con la República Islámica (se calcula que murieron entre 250.000 y 500.000 iraquíes y un millón de iraníes), se creyó tan respaldado por EEUU que aumentó sus atrocidades contra sectores no afines dentro de su país, cuya composición social es sumamente compleja, debido a su enorme riqueza cultural, religiosa y étnica. En 1991 cometió el error de la invasión de Kuwait, lo que precipitó su caída en desgracia y el inicio de la Primera Guerra del Golfo.
UN JUICIO CON LAS CARTAS MARCADAS
Los crímenes cometidos contra kurdos y chiíes (confesión mayoritaria en Irak) se convirtieron después en acusaciones formales durante el juicio que arrancó en 2004, en cuanto los marines pusieron al reo bajo la custodia del nuevo Gobierno iraquí. El proceso resultó terriblemente mediático y convenientemente televisado.
Un Hussein recompuesto, nuevamente aseado, aunque ya sin abandonar la barba, reapareció en un juicio que encadenaba escándalos (cambios de jueces, abogados muertos...). El principal eje de la acusación fue la matanza de Duyail de 1982, en la que murieron 148 chiíes, que constituyó una suerte de desquite del tirano tras un intento de matarlo.
Las causas por distintos crímenes se acumulaban una tras otra, pero no dio tiempo a procesarlo por todas. Entre quejas de organizaciones internacionales como HRW, se le condenó a la horca. Hussein renegó de que le cubrieran la cabeza con una capucha durante la espantosa ejecución, que también fue televisada.
La paz prometida por Bush tampoco llegó tras el ahorcamiento. En los dos años siguientes Irak se sumergió en una fase de guerra civil, a la que se alude como «guerras sectarias», con cifras mensuales de muertes violentas de hasta 3.000 personas.
[1988] La asamblea de «Egin» decide trabajar en la huelga del 88
El 14 de diciembre de 1988 tuvo lugar en el Estado español una huelga que se siguió masivamente en Euskal Herria contra la política económica del PSOE. Cómo afrontar una huelga siempre es un asunto espinoso para un medio de comunicación, dado que si las y los periodistas no trabajan el alcance de la protesta se resiente. Lo habitual, hoy día, es que quienes preparan el ejemplar en papel secunden en el día previo y cubran las movilizaciones de la jornada de protesta. Y que quienes desempeñan su labor en radio, internet o formatos inmediatos centren su atención en la propia huelga, desoyendo el resto de noticias o funcionando en servicios mínimos.
En 1988 no existía una cultura tan consolidada sobre cómo afrontar una movilización semejante. Tras discutirlo, la plantilla de “Egin” decidió tanto salir a la calle el mismo día de la huelga (para poder ofrecer 18 páginas con la última hora de las asambleas de las empresas vascas) como el mismo día del paro.
La decisión arrastraba a quiosqueros y repartidores y los exponía a ser tildados de esquiroles. Así que en la portada de “Egin” de ese día se incluyó un comunicado de la asamblea de periodistas argumentando su decisión. «Consideramos que nuestra presencia hoy y mañana en las manos de los lectores es (...) nuestra mejor aportación activa y consciente», dijeron.

GARA es segundo en Gipuzkoa y NAIZ sigue creciendo con fuerza
Moreno y Lisci, dos trayectorias de menos a más en Osasuna

EH Bildu ganaría en la CAV y subiría en Nafarroa, según un sondeo de Aztiker

«Goonietarrak», 40 urte: bihotzeko ganbaran gordetako altxorra
