«No hacen falta barrotes cuando te han destruido»
Amelia Tiganus explicó, partiendo de su propia experiencia, cuáles son los mecanismos que hacen posible la explotación sexual, en el contexto de la jornada «Internet y violencia sexual, ¿Quién gana?», celebrado con motivo del 40 aniversario de la Fundación Elkargintza. El evento se llevó a cabo el jueves en BBK Kuna, en Bilbo, y la sala se quedó pequeña ante el gran número de asistentes.

La activista feminista Amelia Tiganus ofreció una charla con motivo del 40 aniversario de la Fundación Elkargintza. Relató desde la vivencia personal los efectos que tiene la explotación sexual en la sociedad y los mecanismos que la naturalizan.
Tiganus es escritora, además de activista, y participó en la jornada “Internet y violencia sexual, ¿Quién gana?”, que tuvo lugar en BBK Kuna, en la que Igartze Garai, de Etorkintza, ejerció de moderadora. También tomaron la palabra Salvia Hierro, directora gerente de la Fundación Etorkintza; Teresa Laespada, diputada foral del Departamento de Empleo, Cohesión Social e Igualdad; Alixe Rodríguez, del Observatorio de Violencia Machista de la Diputación Foral de Bizkaia; e Ixone Zubieta, responsable del área de personas de BBK.
Tiganus guió al público por su experiencia vital, a partir de la que reflexionó y teorizó desde el feminismo. Así, realizó lo que reconoció como un esfuerzo que le pasa factura al compartir vivencias tremendamente traumáticas, confiando en que sirva para sensibilizar y promover un cambio en la sociedad.
Se definió a sí misma como «feminista radical», y explicó que consiste en «ir a la raíz». Raíz que empezó a arraigarse con el surgir del patriarcado al dejar el ser humano de ser nómada: «Se establece una jerarquía de la que nace la propiedad privada y las mujeres pasamos a ser propiedad de los hombres».
Explicó que es entonces cuando comienza a impartirse una educación diferenciada que enseña a los hombres a ser «machos alfa», a los que ahora «en TikTok se les llama ‘hombres de alto valor’», y a las mujeres a «tener la mentalidad de servir».
Se produce, también, un reparto de las mujeres que depende de su clase social: «Las de clase alta eran vendidas en matrimonio, las de clase baja eran sacrificadas en la prostitución».
Saltó a la actualidad para asegurar que hoy en día a las niñas y a los niños se les dice que «si se esfuerzan, pueden conseguir lo que quieran», afirmación que, a su juicio, carece de «lectura de clase».
A continuación, Tiganus contó cómo fue violada por 5 hombres cuando tenía 13 años, agresión que intentó ocultar con la esperanza de que no le afectara, pero que sus agresores airearon. Así, fue ella, la víctima, la señalada por la sociedad que la rodeaba. La activista contextualizó el relato asegurando que «es un proceso de deshumanización el que construye a una puta».
A raíz de la agresión se convirtió en una adolescente que escapaba de casa y del colegio, conflictiva, que a la edad de 16 años vivía en los márgenes de la sociedad y era ya una presa fácil para los proxenetas, que la captaron con la promesa de un cambio de vida.
Al cumplir 18 años la vendieron «por 300 euros» a un proxeneta español y comenzó su periplo por puticlubs de todo el Estado, hasta que a los 23 años la «echaron» porque «ya no servía».
Empezó entonces un proceso en el que tuvo que adaptarse a un lugar que no conocía, al haber vivido durante 5 años en una realidad paralela, y a unos códigos sociales que le eran desconocidos. Aseguró que, si consiguió salir adelante después de lo vivido, fue gracias a que hubo quien le dio una oportunidad y confió en ella.
Relató que durante aquel tiempo en el que recorrió decenas de prostíbulos cualquiera que no conociera su contexto hubiera pensado que estaban ahí porque querían: «No hacen falta barrotes cuando te han destruido y te han enseñado que solo vales para eso».
La indefensión aprendida hizo que no se planteara salir y, por supuesto, el estigma social no ayudó, en absoluto: «Se repite hasta la saciedad que las mujeres estamos ahí porque queremos, porque no nos gusta trabajar, porque nos gusta el dinero fácil».
«LIBERTAD»
Tiganus también reflexionó sobre el concepto de la libertad. Así, aseguró que no reside en la «libertad» que creen tener las chicas cada vez más jóvenes que hacen uso de plataformas como Only Fans: «Ser libre significa poder decir no y que no sea el inicio de una negociación y el fin de toda conversación».
Lamentó que las mujeres que «caen en ese sistema» piensen que «no va a tener efectos sobre su salud integral». Además, rechazó la idea de que una violación es eso que ocurre en un callejón oscuro, ya que ese tipo de casos son «residuales» y aseguró que «una violación se parece más a un proceso de estafa que a eso que nos dicen que es».
Tiganus quiso poner el foco en los hombres, al asegurar que si los hay «íntegros», puede exigirse esa misma integridad a todos ellos. Subrayó la necesidad de exigirles que «no utilicen sus privilegios y no se conviertan en agresores». «Si las mujeres no nacemos putas, los hombres no nacen puteros y proxenetas», afirmó.
La intervención de Tiganus fue la central de la jornada, si bien la precedieron la presentación de Salvia Hierro, Ixone Zubieta y Teresa Laespada, así como la exposición de Alixe Rodríguez.
Hierro repasó el recorrido de la fundación que dirige y subrayó que, si bien la relación entre la adicción en mujeres y la violencia machista es innegable, no se da respuesta debidamente a esa interseccionalidad. Zubieta, por su parte, aplaudió la labor de Etorkintza y aseguró que la fundación ha marcado una «diferencia tangible en la vida de muchas personas».
Teresa Laespada quiso recordar a las mujeres que han sido víctimas mortales de la violencia machista e incidió en la necesidad de «trabajar con los hombres sus masculinidades, que son ellos los que ejercen la violencia», en vez de poner la responsabilidad en las mujeres.
Rodríguez dedicó su exposición a contextualizar la violencia sexual según el marco legal actual y, además, presentó y explicó los datos recogidos en la “Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019”, realizada por el Ministerio de Igualdad del Gobierno español.
DÉCADAS DE HISTORIA
La Fundación Etorkintza nació en 1984 con vocación de dar respuesta a la problemática de las adicciones y, específicamente, al impacto que producía en la sociedad de Euskal Herria en aquel momento el consumo de heroína y los contagios de VIH.
Sin embargo, sus funciones han ido evolucionando en paralelo a las necesidades y en sus cuarenta años de recorrido ha dado servicio a cientos de miles de personas.

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