Raimundo FITERO
DE REOJO

Garabato final

El exjuez prevaricador Baltasar Garzón se sienta en mesa de debate con un semblante muy afilado, un corte de pelo de catálogo, pese a su pelo blanco, ha rejuvenecido. Cada vez que lo veo, tan arropado por tertulianos desmemoriados, tan endiosado, opinando de una manera tan taxativa, me provoca una reacción en cascada que va desde los partidos contra la droga junto a Diego Maradona a su entrada en las dependencias de EGIN en Hernani al frente de doscientos policías para inutilizar la rotativa del periódico y cumplir la máxima de José María Aznar de “qué se pensaban, que no nos atreveríamos?”.

Es uno de los representantes de la farsa judicial reconocida. De su paso por el Gobierno de Felipe González, míster X antes que Elon Musk, sus actividades judiciales de repercusión mediática importante y que fue aportando filosofía globalista a la represión. La hemeroteca no me dejará mentir, decía yo hace muchos años que todas esas leyes nominativas para atacar al movimiento de liberación vasco, en lenguaje Aznar, acabarían aplicándose a todo el conjunto de la sociedad. Eran pasos hacia esta destemplanza actual en la que se detecta que en los tribunales hay una sobrecarga de ideología antigua, retrógrada y de tendencia partidista de manera descarada.

Así es como aparece Donald Trump con su desquiciada gestión, a base de garabatos diarios, hasta el garabato final. Los aranceles que impone a Canadá y México, que serán contestados con la reciprocidad, van a colocar su economía en peligro. O entregarse todavía más a China, asunto que no es paradójico, sino morboso.