Con Scholz al frente, el SPD se encamina a una debacle histórica
Las encuestas pronostican un 15% en intención de voto para el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) del canciller en funciones, Olaf Scholz. La formación solo podrá evitar una debacle histórica si en las elecciones generales de mañana obtiene más del 20%. Eso parece imposible ante la mala gestión del candidato a canciller.

Todavía no se ha certificado la anunciada caída en picado del SPD, pero ya se habla de la sucesión del canciller, Olaf Scholz, y del futuro del partido. Cualquier resultado inferior a los 20 puntos sería el peor desde la fundación de la República Federal de Alemania (RFA) en 1949.
En 2021, Scholz sucedió a la canciller Angela Merkel (CDU) con un tripartito de su SPD con los Verdes ecologistas y el Partido Liberal Democrático (FDP). Los tres pusieron en marcha la autodenominada «coalición del progreso». Scholz evitó hacer uso de su prerrogativa constitucional, según la cual, el jefe de Gobierno marca las pautas, y los liberales del ministro de Hacienda Christian Lindner, sobre todo, pero también los ecologistas de los titulares de Economía y Medio Ambiente, Robert Habeck, y de Exteriores, Annalena Baerbock, impusieron sus intereses personales y los de sus respectivos partidos a los de la mayoría social. Respecto a la guerra de Ucrania, Baerbock dejó claro que ella respaldaría al país invadido por Rusia incluso si tuviera que ir contra la mayoría de los alemanes. Nadie decía lo que haría y hacía lo que no había dicho.
Cuando Scholz por fin intervino era demasiado tarde: tuvo que cesar a Lindner antes de que éste hiciera volar por los aires el tripartito en noviembre. Pocas semanas después, el canciller perdió una moción de confianza que provocó el adelanto a febrero de los comicios previstos para septiembre.
En la recta final de la campaña intentó quitarse el cliché del frío y seco alemán del norte, mostrando cierta agresividad retórica y un aire de emocionalidad. Un medio cercano a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) lanzó la noticia de que en una fiesta privada Scholz había llamado «bufón de la corte» al senador de Cultura de Berlín, Joe Chialo (CDU), alemán de origen africano. Aunque el agredido no considera racista al canciller, sí se mostró muy afectado por el comentario.
En los debates durante la campaña, el jefe de Gobierno ha rehusado contestar conclaridad. Cuando, por ejemplo, el periodista Thilo Jung le preguntó en su podcast “Jung&Naiv” por un eventual juicio a Israel por el genocidio del pueblo palestino en Gaza, Scholz dijo que «no me involucro en este debate porque tengo la opinión jurídica de que sería un juicio incorrecto». «No tiene sentido abordarlo», añadió porque, a su juicio, «la acusación de genocidio es absurda». La reacción corresponde a su modus operandi cuando se enfrentarse a realidades que no le gustan. Ante la Comisión de Parlamento que investiga la estafa fiscal Cum-Ex o no se acordó o incluso podría haber mentido.
Después de sendos ataques mortales cometidos por dos extranjeros, Scholz endureció, como el resto de partidos, el mensaje y las medidas contra los refugiados que llegan o ya viven en Alemania. No se le ocurrió crear una alternativa política con su aún socio ecologista contra la xenofobia de la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) y su versión light divulgada por la CDU.
POSICIÓN DE MEDIADOR SACRIFICADA
Seguir a los demás en vez de pensar por sí mismo ha caracterizado también la política exterior del tripartito. Bajo el mandato de Scholz, Berlín sacrificó su tradicional posición de mediador entre Washington y Moscú, y entre Tel Aviv y las capitales de Oriente Próximo, poniéndose en el lado de Kiev y permitiendo que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, utilice la «razón de Estado» alemana -la existencia de Israel- como carta blanca para atacar a todos sus enemigos en la región.
Esta ha derivado en el desprecio generalizado de la legislación internacional como bien ha mostrado Scholz. El noveno canciller de la RFA y sus socios han creado -junto a la CDU- un clima de represión intelectual y política que el martes llevó a la Policía berlinesa a irrumpir en la redacción del diario izquierdista “Junge Welt”, que había ofrecido su espacio a una organización judía para una charla con la relatora especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese, después de que no hubiera sido posible celebrarla en otro lugar. Los agentes vigilaron si la italiana decía algo que pudiera suponer delito, como acusar a Israel de genocidio o utilizar la frase “From the river to the sea Palestine will be free”.
Este grado de represión se ha establecido sin la AfD en el poder. En algunas casas ondea su bandera junto a la de Israel ya que el Ejecutivo de Netanyahu ha ayudado a relativizar los términos «nazi», «antisemita» y «holocausto» además de fomentar el odio a lo extranjeros, sobre todo «árabes».
En este contexto, muchos optarán por votar al original y no a la copia del SPD, porque el precio el mismo.

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