Gilipollas unidos
El alcalde de Madrid pertenece a una casta de pobrecitos habladores que hacen de la verborrea un vómito. Acaba de encontrar su nuevo minuto de gloria diciendo que el gobierno de Sánchez «nos toma por gilipollas», y lo ha repetido poniendo la frase en pasiva, por lo que podemos llegar a la conclusión de que los gilipollas unidos jamás serán convencidos.
De verdad, las escenas presenciadas en directo de una comparecencia de una exmilitante del PSOE, Leire Díez, en una comparecencia para no decir casi nada sobre unos audios que son parte de las secreciones de todas las cloacas concurrentes en todos los vertederos políticos madrileños y que se han convertido en material pirotécnico para un desesperado Feijóo y sus portacoces despeinados, con la irrupción de Víctor Aldama, un imputado en todas las corrupciones conocidas y por conocer que está en la calle porque forma parte de la campaña electoral del PPVox, que con violencia verbal y física ha cortado la sesión a gritos y empujones.
No pregunten más. No hay vuelta de hoja. La deriva golpista de la extrema derecha bicéfala, con la pasividad manifiesta y cómplice de los ministros Marlaska y Robles y sus uniformados, está subiendo el volumen de sus campañas de intoxicación y de la rotundidad de sus acciones. No hay que despistarse, hay que mantenerse muy alerta, por muy gilipollas que seamos o nos crean, porque esta avalancha de violencias graduadas, manifestaciones subvencionadas, medios de comunicación afinados en el mismo tono para que suenen marchas franquistas y las togas asilvestradas son muy mal presagio.

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