Quería escribir mis sensaciones más escrupulosas sobre esa reina de la belleza llamada Coherencia y me encuentro siempre con obstáculos prefabricados por mis momentos más insufribles de pragmatismo. Resuenan en mis partes blandas craneales flujos de resistencia a la realidad, como si estuviera poseído por un espíritu que es a la vez maligno y reconfortante. Hasta me atrapan resacas con refranes acomodaticios, a dios rogando y con el mazo dando, que me allanan la presunción de inocencia tan agujereada por audios, vídeos y combinaciones aleatorias de suposiciones, constataciones y bailes al suelto con orquesta modular en fiesta de pueblo. Todo mi resuello sabe a kalimotxo. Por eso siento que deambulo por el bulo como si fuera mi salón de ser más confortable. Todo lo que puede ser cierto se convierte al instante en sospechoso de ser parte de un trabajo encargado en cualquier caverna y realizado por un redactor humano o humanoide. Nos enseñan imágenes selectivas y partes de guerra propagandísticos entre Israel e Irán y se nos coagula el aliento. Esta película tiene guionistas camuflados de líderes religiosos.

Por eso, mi espíritu jacarandoso se sitúa en una noticia que nos informa de que un proveedor de armas a Putin se ha comprado en estos últimos meses cuatro villas de lujo en Mallorca. ¿No me digan que no es bonito este mundo de triunfadores que hemos abrazado sin condiciones? Y la fiscalía venezolana emite nueva orden de arresto a Juan Guaidó por aparecer involucrado en los audios del caso Koldo. Ya te digo, esto no ha hecho más que empezar.