Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

El Niza

Retorno a un lugar donde tantas horas hemos pasado soñando o ideando un futuro teatral en positivo. El Teatro Gayarre no fue siempre público. Pero su bar, que se comunica directamente con su ambigú, siempre ha sido un lugar donde pasar las tardes otoñales o quedar para ir a cualquier otro lugar. Pues bien, el lunes los Premios Max se celebraban en Iruñea en el Teatro Gayarre y tuvieron la magnífica idea de poner a la canallesca, a los informadores, la sala de prensa en el Niza. O sea, estuve más de dos horas en ese lugar legendario.

Y como viene siendo habitual, durante las celebraciones de estas galas este espacio dotado de pantallas gigantes en directo, donde llegan los premiados a hacerse unas fotos y algunas entrevistas, conviven plumillas, radios y hasta alguna televisión, por lo que el ambiente es híbrido, somos pocas personas que llevamos varios quinquenios cubriéndolas, en cada ciudad nueva hay periodistas locales, por lo que no existe esa cierta complicidad con algunas figuras de la artes escénicas y algunas informadoras especializadas de grandes medios. O sea, sin remedio se convierte es un lugar donde abunda la cautela que ha sustituido a una cierta pasión con mucho bullicio o hasta una manifiesta toma de postura con los resultados de los premios. En donde no hay voces, ni expresiones directas, es decir un muermo. Menos mal que en el Niza nos pusieron pintxos de primera.