Un espejo incómodo sobre intolerancia y miedo al otro

Las adaptaciones de cortometrajes a largometrajes suelen ser un arma de doble filo. Lo que en pocos minutos funciona por intensidad y economía narrativa, a menudo pierde fuerza al estirarse; no son pocas las veces en que la expansión de una idea concisa acaba perdiendo fuerza.
Con “Votemos”, Santiago Requejo se enfrenta precisamente a ese reto: transformar en una película de 88 minutos lo que ya había funcionado en apenas una decena. Y, aunque el resultado no es completamente redondo, sí consigue esquivar en parte los vicios típicos de este tipo de adaptaciones.
La premisa es sencilla: una junta de vecinos aparentemente rutinaria se convierte en un campo de batalla moral cuando se plantea la entrada al edificio de un nuevo inquilino con problemas de salud mental. Lo que comienza como una discusión sobre un ascensor, termina destapando prejuicios, temores y discursos cargados de intolerancia.
El gran acierto de “Votemos” es cómo reproduce, con incomodidad muy reconocible, los mecanismos de juicio social a pequeña escala. En una sola localización y con un reparto coral efectivo, Requejo convierte una escena cotidiana en un microcosmos de la sociedad actual. El humor amargo que aparece, deja una sensación de incomodidad más que de alivio.
Es cierto que el desarrollo no siempre escapa al esquematismo y que algunos conflictos suenan algo forzados. Pero lo que “Votemos” gana es más importante: genera incomodidad, debate y una pregunta directa al espectador: «¿qué hubieras votado?»
No es cine de sutilezas, pero sí de urgencia ética. Y en tiempos de división y miedo al otro, eso ya es mucho.

GARA es segundo en Gipuzkoa y NAIZ sigue creciendo con fuerza
Moreno y Lisci, dos trayectorias de menos a más en Osasuna

EH Bildu ganaría en la CAV y subiría en Nafarroa, según un sondeo de Aztiker

«Goonietarrak», 40 urte: bihotzeko ganbaran gordetako altxorra
