Imanol INTZIARTE
CURSOS DE VERANO

Ciudades frente al cambio climático, ¿cómo lo hacemos?

El arranque del verano ha venido con su correspondiente ola de calor bajo el brazo. Es de suponer que no será la última. Las ciudades, con su hormigón, su asfalto, su metal y sus cristales, se enfrentan a un fenómeno cada vez más común y en el que el mercurio asciende cada vez más alto. Hay alternativas para mitigar sus efectos.

Un termómetro marca 38 grados en El Arenal de Bilbo.
Un termómetro marca 38 grados en El Arenal de Bilbo. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Los Cursos de Verano de EHU se trasladaron ayer hasta Bilbo, concretamente al Bizkaia Aretoa, para la primera jornada de un ciclo bautizado como «Ciudades frente al cambio climático: adaptación sostenible y resiliencia ante las olas de calor», y que hoy bajará la persiana con otras tres charlas y una mesa redonda.

Se trata de una cuestión que adquiere cada vez mayor actualidad, especialmente cuando llegan los meses de verano y los medios de comunicación se llenan, nos llenamos, de imágenes de termómetros de las capitales por encima de los 30° e incluso de los 40°, con los vecinos y vecinas sobreviviendo como pueden a la canícula.

Tal y como se destacaba en la presentación de este curso, las ciudades son «ecosistemas complejos donde confluyen dinámicas ambientales, sociales y económicas. El cambio climático las enfrenta a uno de los mayores retos de su historia; adaptarse a las nuevas condiciones climáticas extremas y garantizar la salud de sus habitantes, la equidad en el uso de recursos, el desarrollo de las actividades económicas y la sostenibilidad de todo el entorno construido».

Para ello, la ciencia y la tecnología «deben aunar fuerzas para desarrollar soluciones de adaptación, tanto a escala de edificio como de espacio urbano, viables, sostenibles y adaptadas a la realidad específica de cada entorno».

NO OCUPADAS POR EDIFICIOS

En este contexto, una de las ponentes fue Ane Villaverde, profesora universitaria e integrante del grupo de investigación Saren, siglas en inglés de Sustainable and resilient built environment (Entorno construido sostenible y resiliente), quien desarrolla su tesis doctoral en el área de la adaptación al cambio climático.

Villaverde presentó algunas conclusiones de un estudio sobre cómo afectan diversas medidas de mitigación del calor si se aplican a diferentes zonas no ocupadas por edificios, que pueden ser patios, parques, plazas, carreteras…

Dichas medidas pueden ser árboles, pavimentos permeables o pavimentos, fachadas y cubiertas reflectantes, que hacen rebotar el calor. «No todas las áreas urbanas pueden acomodar soluciones de adaptación de la misma manera», indicó, ya que por ejemplo, a la hora de añadir arbolado, se debe tener en cuenta «la amplitud de espacios, el uso del suelo y la existencia de arbolado previo».

Para su estudio, han tomado dos de los diferentes tipos de áreas urbanas de Bilbo, las de densidad alta y las de densidad media, que son las que más se repiten. Y de cada una han tomado cuatro zonas de la capital vizcaina, ubicadas en barrios como Errekalde, Santutxu, Indautxu o Txurdinaga.

Sobre estas ocho zonas reales han aplicado un software que permite comprobar los efectos de cada medida en cada zona, e incluso combinarlas. Además, como se necesita elegir unas condiciones de temperatura idénticas para todos los casos, se han decantado por el día más caluroso registrado hasta la fecha, el 23 de agosto de 2023, y la víspera, el día 22.

Asimismo, Ane Villaverde explicó que se han llevado a cabo dos tipos de estrategias en esta hipótesis: conservadoras y ambiciosas. Con la primera, los suelos actuales se mantienen como están, mientras con la segunda se transformarían plazas en parques o se peatonalizarían algunas calles por las que ahora transcurre el tráfico.

Tras aplicar todas estas variables en los diferentes escenarios, se han alcanzado algunas conclusiones más que interesantes a la hora de combatir las altas temperaturas en las ciudades. Por ejemplo, tan importante como plantar árboles es evitar que estos bloqueen el flujo del viento.

LA HIERBA, DEPENDE DEL MOMENTO

En cuanto a la instalación de césped, los datos señalan que en situaciones extremas la hierba incrementa la temperatura del aire durante las horas centrales del día, ya que el agua que había en la tierra se evapora muy rápido, por lo que los pavimentos permeables aumentan la temperatura del aire hasta 0,2°. Por el contrario, tanto a la mañana como pasadas las horas centrales, estas superficies hacen que el aire esté menos caliente que en otras zonas.

Donde casi todos los modelos aprecian un descenso de la temperatura ambiental es una estrategia ambiciosa que combine árboles y hierba, con una bajada de hasta 0,4°.

En cuanto a los pavimentos reflectantes, se da la paradoja de que reducen la temperatura del aire hasta 0,2º, pero empeoran el confort térmico, que es la sensación de bienestar que experimenta una persona cuando no percibe ni frío ni calor, es decir, cuando las condiciones de temperatura, humedad y movimiento del aire son agradables y adecuadas para la actividad que se está realizando.

Respecto a las fachadas y cubiertas (tejados) reflectantes, son especialmente efectivas en edificios de cubierta oscura y patios, con un descenso de hasta 0,4°.

En la recta final, Villaverde recalcó la importancia de trabajar sobre modelos reales, ya que «la efectividad de las diferentes soluciones puede variar dentro de un mismo caso de estudio» y «las irregularidades del entorno urbano presentan oportunidades para acomodar soluciones de adaptación al cambio climático».

Además, las categorías de áreas urbanas «no explican todas las variables», por lo que «hace falta una mirada en detalle para evaluar la efectividad de las soluciones».