El SPD elige a su presidente con el peor resultado de su historia
El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) acaba de celebrar su primer congreso tras la debacle en los comicios generales el pasado febrero. La cita sirvió para elegir a la nueva cúpula, pero se rehusó debatir las razones del desastre electoral y sacar conclusiones. El nuevo presidente, Lars Klingbeil, inicia su mandato tocado, sin rumbo, sin metas...

El SPD va de un récord histórico negativo a otro. En los comicios generales del 23F, su entonces candidato a canciller, Olaf Scholz, obtuvo con el 16% el peor resultado socialdemócrata desde la fundación de la República Federal de Alemania en 1949. Pese a todo, en su congreso del fin de semana el partido no profundizó por qué perdió unos nueve puntos. En vez de ello despidió con aplausos a su exjefe de Gobierno.
Sin embargo, mostró mucha menos indulgencia con su presidente, Lars Klingbeil. El líder del SPD solo recibió el 65% de los votos, un 23% menos que hace dos años. El varapalo se debe a que tras las generales se hizo con posiciones de relevancia, como presidir el grupo parlamentario del Bundestag, hasta entrar en la coalición con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) del canciller, Friedrich Merz. Ocupa la cartera de Hacienda y el cargo de vicecanciller.
Mientras tanto se había deshecho de su entonces co-presidenta, Saskia Esken, a la que ni siquiera ofreció puesto alguno en el nuevo Ejecutivo. Dado que tampoco su comité regional la nominó para seguir al frente del SPD, la nueva copresidenta es ahora Bärbel Bas, ministra federal de Trabajo y Asuntos Sociales. Recibió el 95% de los votos.
AVISO A NAVEGANTES
El varapalo a Klingbeil hay que interpretarlo como un aviso a navegantes: que tenga cuidado, que la confianza de los delegados y, por ende, de las bases ha diminuido, pero aún la puede recuperar. Por otro lado, sí se le reconoce como el artífice de la coalición con la CDU. Como tal, ha conseguido que Merz suelte el freno de la deuda, por lo que también el SPD dispone ahora del dinero -que le faltaba a Scholz- para financiar parte de sus proyectos políticos.
Ni Klingbeil ni Bas -no mostró mucho empeño en ser su copresidenta- han sabido plantar una semilla de esperanza en un partido que se asoma a un futuro incierto.
El SPD sigue arrastrando el problema de no saber dónde posicionarse, a dónde ir ni a quién representar. Desde su presidente hasta el secretario general, todos cuentan con formación académica, ninguno es obrero. Les resulta difícil conectar con las clases cuyos intereses defendía desde hace más de un siglo. A partir de la década de los 2000 ha perdido el contacto con su electorado tradicional.
Desde entonces, su canciller, Gerhard Schröder, hizo la economía alemana competitiva por los trabajos de un euro y reduciendo las prestaciones sociales para los parados de larga duración.
A eso se añadió el declive industrial en la cuenca del Ruhr, el feudo del SPD. Su hegemonía había sido tal que podría haber puesto como candidato a alcalde a una escoba pintada de rojo y habría salido elegida. Hoy en día, el panorama es bien diferente.
En el Ruhr domina ahora la CDU, por delante del SPD, al que sigue la neofascista Alternativa para Alemania (AfD). En los barrios obreros de Duisburg se han quedado aquellos que no pudieron optar por una carrera académica, como tantos nuevos militantes del SPD, que siendo profesores o funcionarios se fueron a lugares de mejor calidad de vida. El descontento lo aprovecha la AfD con su discurso libertario-capitalista, incitando a los «alemanes» a la xenofobia, a la rivalidad de los que tienen trabajos mal pagados y aquellos que necesitan ayuda del Estado para subsistir. En dos años, en 2027, los comicios regionales en Renania del Norte Westfalia marcarán el futuro del SPD.
Para entonces la dirección quiere presentar su nuevo programa de principios. El SPD necesitaría definir primero cuáles son los problemas principales, las preguntas que provocan y las respuestas.
Pero el partido de Klingbeil no es el único que va a por ese electorado. Aparte de la AfD -cuya ilegalización ha decidido impulsar el congreso del SPD- está ante todo el partido Die Linke (La Izquierda).
La formación, en declive hasta hace poco, se ha recuperado política y electoralmente al poner el acento de forma concreta y coherente, por ejemplo, en los altos alquileres e impulsando una aplicación con la que se puede denunciar una subida abusiva.
Igual de difícil se presenta la posición del SPD frente a la situación internacional. Respecto al “Manifiesto de Rusia”, presentado por un sector para pedir una solución negociada al conflicto, Klingbeil dejó claro que con él «no habrá camino en la política respecto a Ucrania».
Al final, el congreso respaldó también a su ministro de Defensa, Boris Pistorius, dando el visto bueno al gasto del 5% del PIB para el rearme. Además, el SPD quiere copiar el modelo sueco de reclutamiento para que en adelante las Furzas Armadas tengan 460.000 miembros, una cifra parecida a la de la Guerra Fría.
Entonces, el SPD disponía aún con la ostpolitik de una alternativa política al enfrentamiento de Estados Unidos con la Unión Soviética.

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