SERGIO IGLESIAS
[ OZZY OSBOURNE ]

Ozzy alcanza, por fin, la eternidad

(David DAVIES | EUROPA PRESS)

En esta vida, solo puedes confiar en ti mismo y en los seis primeros discos de Black Sabbath», afirmó en una ocasión Henry Rollins. Una frase que quedó para la posteridad y que dice mucho, no solo de la banda de Birmingham, sino, sobre todo, del magnetismo de Ozzy Osbourne, líder absoluto de aquellos primeros Black Sabbath que, casi sin darse cuenta, estaban creando todo un género musical.

Y es que, sin meternos en discusiones sobre si fueron ellos o los Judas Priest quienes inventaron el heavy metal, lo único cierto es que nada habría sido igual si no hubiera existido Osbourne, el mítico vocalista que el pasado martes se despedía del mundo acompañado de los suyos, tan solo unas semanas después de dar carpetazo a la parte más importante de su vida, con ‘‘Back to the Beginning’’, el concierto despedida de Black Sabbath que tuvo lugar en su ciudad natal, y que millones de personas pudieron presenciar, bien en persona, o bien a través de su emisión en streaming.

Un show que, de inmediato, se convirtió en el evento más importante de la historia del metal, y en el que Ozzy y los suyos estuvieron acompañados de representantes de todas esas bandas que tanto les deben a los británicos: Alice in Chains, Metallica, Anthrax, Slayer, Pantera, Guns N´Roses… Todos quisieron estar allí para despedirse de Black Sabbath, aunque en su fuero interno sabían que, de alguna manera, también se estaban despidiendo de Ozzy Osbourne, quien ya hacía tiempo había reconocido el avance del Parkinson que sufría, y que aquella noche le obligó a permanecer sentado en un trono especialmente hecho para un rey como él, mientras, seguramente plenamente consciente de ello, entonaba sus últimos aullidos.

“Paranoid”, como no podía ser de otra forma, fue el canto de cisne que marcaba el fin definitivo de una época, y que sin saber que iba a ser de una manera tan inmediata, marcaba también el final de Ozzy Osbourne, el artista. Porque allí, en el escenario de un abarrotado Villa Park, en su querido hogar de Birmingham, moría el que, probablemente, haya sido una de las grandes figuras de la historia del rock. El 5 de julio, exactamente diecisiete días antes de que muriera, el pasado martes, a los 76 años, John Michael Osbourne, el padre, el hermano, el marido, el amigo…

El desenlace se producía, seguramente, muchos años después de lo que cualquiera que haya seguido su carrera podría haber apostado, teniendo en cuenta que Ozzy fue un tipo que siempre estuvo jugando con el peligro. Y es que el «príncipe de las tinieblas», desde muy pequeño supo que estaba predestinado a hacer grandes cosas, y que la discreción y las medias tintas no eran para él, siempre extremo en todos los ámbitos de su vida. Un fanático absoluto de Los Beatles que, a finales de los 60, se juntó con otros tres freakies de las películas de terror para crear unas canciones tan perturbadoras y oscuras como magnéticas, que, impulsadas por los magníficos riffs de un genio como Tony Iommi, se convirtieron en un éxito inmediato, en una época en la que la música necesitaba nuevos estímulos.

Tras facturar un puñado de discos que forman parte de la historia del metal, Osbourne es despedido de Black Sabbath -y sustituido por otra gran estrella como Ronnie James Dio, debido a su adicción a las drogas, y es entonces cuando comienza una carrera en solitario no menos exitosa con grandes himnos como ‘‘Crazy Train’’, ‘‘Bark at the moon’’, ‘‘Mr. Crowley’’ o ‘‘No more tears’’ entre muchos otros que, en Euskal Herria tuvimos el honor de disfrutar por última vez en el recinto de Mendizabala, como parte del Azkena Rock Festival y, además, por partida doble en las ediciones de 2011 y 2012, antes de volver a retomar la relación con sus compañeros de Black Sabbath para actuar con ellos de manera intermitente hasta el final definitivo en Birmingham del pasado 5 de julio.

Con Ozzy Osbourne se va una figura tan polémica como atractiva, siempre en boca de todos, para lo bueno y lo malo. De él se han contado mil historias que nadie recuerda que sean ciertas, pero que todo el mundo se cree, porque era capaz de todo. Sí, incluso de comerse la cabeza de un murciélago en pleno concierto… Pero más allá de las leyendas urbanas y de los excesos, queda el legado de un artista que ya es inmortal y que ha marcado una época, tanto en solitario como con Black Sabbath, la banda que enseñó el camino que tantos otros quisieron seguir intentando acercarse a la leyenda de Ozzy Osbourne quien, con su muerte, ya ha conseguido alcanzar, por fin, la eternidad.