Alaia SIERRA
CHUPINAZO Y BAJADA DE CELEDÓN

llega celedón Bajo el sol y entre varias reivindicaciones

Líquidos de lo más diverso recibieron al aldeano de Zalduondo en Gasteiz. Todo vino bien para refrescarse por un lado y comenzar a festejar La Blanca por otro. Reivindicaciones políticas vascas y en apoyo a Palestina se abrieron camino en la Plaza de la Virgen Blanca. El propio Celedón, por segundo año Iñaki Kerejazu, también pidió el fin del genocidio ante miles de personas.

En el segundo año de Iñaki Kerejazu, la bajada de Celedón, muy calurosa, estuvo repleta de reivindicaciones.
En el segundo año de Iñaki Kerejazu, la bajada de Celedón, muy calurosa, estuvo repleta de reivindicaciones. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

La fiesta explotó en Gasteiz a las 18.00 de la primera tarde calurosa después de semanas, con el mercurio subido hasta los 34 grados y un sol que no ha dado tregua. Poco importó a la hora señalada, cuando el muñeco de Celedón inició su descenso al resguardo de su paraguas. Y menos aún minutos después, cuando Iñaki Kerejazu emprendió su segunda caminata entre ovaciones de un lado a otro de la plaza.

Ahí por fin se sacudió los nervios el casi debutante. Antes del evento admitía que eso va muy dentro: «Inurriak sabelean, bai. Si no, sería un robot». Más tarde Kerejazu se abriría paso, sin dejar de saltar y apretar manos, con algo más de facilidad que otras veces y, acompañado y protegido por su grupo de acompañantes, formado por miembros de las cuadrillas de blusas y neskas que caracterizan estas fiestas.

Desde las tres de la tarde, momento en el que se desalojó la Plaza, se podían ver por las calles del Casco Viejo y del Ensanche de Gasteiz cuadrillas de jóvenes y no tan jóvenes vistiendo sus peores galas. Faltaba poco para el chupinazo que abrió las fiestas de este año, seis días marcados a fuego en los calendarios de todas las casas de Gasteiz.

La comparsa de gigantes y cabezudos fue otra de las grandes protagonistas, al encargarse del lanzamiento del chupinazo en su 108 aniversario junto a otros cinco colectivos. «Es un reconocimiento increíble», explicaba Joseba Pereda, muy emocionado antes del momentazo. Esta responsabilidad también recayó en la Cofradía de la Virgen Blanca y tres Celedones de Oro: Joseba Fiestras, Satur García y Begoña Divar.

Como desde hace ya unos cuantos años, las entradas a la Plaza estuvieron controladas en varios puntos, para evitar la entrada de vidrio y cristales, así como de tapones de botellas, pero también de pancartas reivindicativas e, igual que el año pasado, banderas de Palestina para denunciar el genocidio.

Por encima de prohibiciones, la Plaza de la Virgen Blanca, en la que practicamente no cabía un alfiler a las cinco de la tarde, lució diversas reivindicaciones, con pancartas que esta vez llegaron casi hasta la misma balconada: “Etxera”, “Euskal Herria askatu”, “Independentzia”, “Ekin eta bultza askatasunera”, “Sozialismoa eraiki”, el recuerdo a Txiki y Otaegi en vísperas de los 50 años de su fusilamiento... También apoyo a los jardineros en huelga y la demanda de Araba Bizirik, todo ello junto a símbolos palestinos, contra el genocidio.

Mientras tanto, a unos metros de la Virgen Blanca y en lo alto de la colina, el Gaztetxe celebrara su chupinazo alternativo.

BAÑO DE VINO

En cuanto sonó el chupinazo en la plaza, la alegría de las personas cuyas miradas se concentraron en el muñeco inundó la Plaza otro año más, entre chorretones de vino que antes eran de cava y todavía antes una nube del humo de los puros. El día 9 por la noche será cuando, justo en el mismo sitio, lloren por la partida del muy querido aldeano de Zalduondo.

El apoyo a Palestina llegó también a la balconada, puesto que los grupos municipales de EH Bildu y Elkarrekin habían repartido parte de sus invitaciones entre iniciativas como Gure Haurrak Ere Badira o la Flotilla a Gaza.

Tras abrir el paraguas y asomarse por la balconada, Celedón también se acordó de Palestina: «Tenemos que decirlo alto y claro: basta de genocidios en Palestina», clamó.

Destacó que la fiesta es para todos y todas sea cual sea su procedencia y siempre con respeto: «Bienvenidas y bienvenidos a las fiestas de Gasteiz, a las fiestas de todos y todas las gasteiztarras. Gora Gasteiz anitza!». «¡Gora gu ta gutarrak!», intercaló.

Lamentando tener que transmitir ese mensaje un año más, Celedón aclaró que durante las fiestas «no vamos a permitir agresiones de ningún tipo» porque «Gasteiz tiene que ser un espacio seguro para todos y todas».

Como otros años, Celedón recordó a «los que ya no están» y después de un «año difícil». Dedicó este conmovedor homenaje especialmente a Ekhi Arroyo, escalador muy vinculado a los blusas y neskas y miembro del grupo de acompañantes de Celedón que falleció en octubre en un accidente en la montaña.

Justo después de que Kerejazu terminase de entonar su último “Zeledon etxe berria egin du, balkoian leiho on” de este año, sus acompañantes, sentados en la escalinata que sube a la balconada de San Miguel, empezaron a cantar “Hator, hator” e “Ikusi mendizaleak”. También, se les oyó gritar «Palestina askatu» mientras sostenían banderas, ante una plaza todavía repleta.

Mientras tanto, los que llenaban la plaza pusieron rumbo a sus casas para ducharse, refrescarse y volver a salir. Porque la cosa no había hecho más que empezar. Después de los conciertos de Akerbeltz y Bulego, entre otros, algunos trasnocharon, otros habrán madrugado y unos cuantos ilusos habrán creído que podían hacer las dos cosas.