Raimundo FITERO
DE REOJO

Arde la yedra

Cuesta guardar fotos de esta apocalipsis sin que estén cargadas de desesperación o de la crispación que provoca la maldad estatutaria. El mapa de los incendios se convierte en una descripción del territorio enmarcado dentro de una negligencia política dolosa. Queda claro, una vez más, que el negacionismo climático, cuando se junta con los fondos y las superficies buitres, acaban contribuyendo a la catástrofe. Todo el máster sobre bomberos rurales que se nos está impartiendo a golpes de hoguera escalofriante nos dibuja la desatención estructural a la seguridad y la prevención. Las contrataciones en precario, con varias instituciones interpuestas para establecer contratos de tres, cuatro, seis o nueve meses, más la privatización con empresas creadas expresamente se funden a negro por el tiznoso hollín de la corrupción.

La falsa discusión de botarates sobre las vacaciones de los políticos podría ser un simple juego de incapaces que se va ensangrentando con muertes, heridos de gran gravedad, miles de hectáreas calcinadas, pueblos devastados, granjas, corrales, ganaderías fundidas por las brasas, lo que va construyendo un cuadro disruptivo de una realidad que va a tener consecuencias más allá del parte médico. Lo remarcable es que la falta de empatía de la cúpula del PP es manifiesta, van apareciendo portavoces cada vez mas cafres y más adoctrinados, lo que augura un desastre.

Cuando arde la yedra, aparecen los fantasmas. Quienes se quedan en sus pueblos arriesgando su vida intentan salvar sus recuerdos antes que su hacienda. Reporteros y reporteras dan fe del dolor y el malestar creciente.