INDEPENDIENTE VS. UNIVERSIDAD DE CHILE Y LA LÓGICA DE LA VIOLENCIA
En el fútbol la lógica de la violencia juega con ventaja. Puedes tomar medidas para contenerla y que resulten eficaces por un tiempo, pero si no atajas el problema de raíz, terminará estallándote. No falla, porque detrás de cada estallido hay un entramado de negocios y complicidades que hacen del descontrol una certeza.

El partido de octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile no se preveía que fuera a ser peligroso. Habían viajado más de 3.000 hinchas chilenos, pero su equipo no tenía ninguna rivalidad con Independiente y ya se habían enfrentado en el partido de ida en Santiago de Chile sin que hubiera ningún incidente destacable. En Avellaneda, en cambio, todo salió mal y las gradas del Libertadores de América terminaron convertidas en una batalla campal.
Para empezar, el dispositivo de seguridad falló por completo. Los aficionados de Universidad de Chile ocuparon su lugar en la grada superior de uno de los fondos del estadio. La cancha de Independiente, sin embargo, no cuenta con las protecciones que en otras ocasiones sirvieron para dificultar a los hinchas lanzar objetos a los aficionados rivales. Hace más de una década que en Argentina se prohibió la presencia de la hinchada visitante en los partidos de liga y muchos clubes optaron por quitar las protecciones que dificultan la visión del partido. La Conmebol, organizadora de la Copa Sudamericana, no tuvo en cuenta esta situación y autorizó el dispositivo de seguridad previsto por Independiente para el partido.
Tampoco se había previsto la presencia de un pulmón de seguridad alrededor de la hinchada de la U de Chile, por lo que contaron con toda la grada a su disposición para destrozar los baños y lanzar inodoros, lavabos o escombros a las gradas inferior y laterales.
Hablamos de un club de fútbol chileno, donde históricamente no ha habido los problemas de violencia que sí han tenido los clubes argentinos. Sin embargo, en los últimos años viene dándose un crecimiento de este fenómeno y la barra brava de Universidad de Chile ya ha protagonizado varios incidentes importantes.
En Independiente, por su parte, hace tiempo que se vive una división interna en la barra brava. A la barra oficial se le enfrenta un grupo disidente que lucha por hacerse con el control de los diferentes negocios. Se genera así el tipo de inestabilidad que tratan de evitar, tanto la directiva del club, como la policía y para el que llegan a acuerdos con los líderes de la barra brava, otorgándoles ciertos privilegios a cambio de que mantengan el control en las gradas. La guerra interna que vive actualmente la barra del club aumenta el riesgo de incidentes.
LA VIOLENCIA
La barra de la U de Chile se encontraba en la grada superior a la barra brava disidente de Independiente. Durante la primera parte del partido se sucedieron los enfrentamientos en ese fondo del estadio, pero Conmebol y Aprevide, Agencia para la prevención de la violencia en el deporte, dependiente del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, prefirieron que no interviniera la policía con el pretexto de evitar un mal mayor. Esta decisión es también consecuencia de contar con una policía que, de manera extendida, no se percibe entre la sociedad argentina como una fuerza del orden y sí como un cuerpo represor.
Durante el gobierno de Cristina Fernández se firmó un protocolo de seguridad por el que la policía queda a cargo de la seguridad en el exterior de los estadios, mientras que del interior se encarga la seguridad privada contratada por el club. Por eso, cuando en 2015, en un Boca-River de Copa Libertadores, se lanzó gas pimienta desde el fondo de la 12, Boca fue expulsado de la competición. Sin embargo, cuando barras de River atacaron el autobús de Boca camino del Monumental en la previa de la final de la Libertadores 2018, River no fue expulsado y el partido terminó disputándose, aunque en el Santiago Bernabéu.
En esta ocasión, al no cesar los enfrentamientos, el partido fue suspendido en la segunda parte. A través de megafonía se solicitó a los hinchas de la U de Chile que abandonaran el estadio. En ese momento se vivió una situación esperpéntica, cuando la hinchada de Independiente empezó a cantar en dirección a la barra brava oficial de su equipo «tiene miedo, la barra tiene miedo» o «¡Anda a buscarlos la puta que lo parió!». Presionados por sus hinchas y por la barra disidente, los barras se decidieron a intervenir. Los de Independiente acorralaron a los de la U y fue entonces cuando se produjeron las agresiones más graves, incluyendo al hincha que recibió un golpe en la cabeza con una barra de hierro y el que cayó al vacío desde la grada, acosado por sus agresores.
La Conmebol ha cancelado el partido y deberá decidir las sanciones y lo que ocurrirá con la eliminatoria de la Copa Sudamericana. El presidente de Independiente responsabilizó de lo ocurrido a los hinchas chilenos, mientras que el presidente de Universidad de Chile hacía lo propio con los del club de Avellaneda. Patricia Bullrich, ministra argentina de seguridad, responsabilizaba al peronista Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, por la inacción policial. Mientras, Gabriel Boric, presidente de Chile, envió a su ministro del Interior, Álvaro Elizalde, a Buenos Aires, en apoyo de los heridos y los detenidos.

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