Fede DE LOS RÍOS
JOPUNTUA

Las palabras no nombran las cosas

Está la cosa fea y no tiene visos de mejorar. La derechas fascista y filofascista españolas no salen del caca, culo, pedo, pis como argumentario y eso parece encantar a buena parte de la sociedad encanallada, la que se vislumbra mejor que las mujeres, los moros, los negros, los rojoseparatistas y los maricones de mierda. Única manera, la suya, de sentirse algo o alguien.

El huevo de la serpiente está siendo incubado y la manera de hacerlo no dista mucho de la de los años treinta de hace un siglo: enemigos exteriores, enemigos interiores y la promesa de la vuelta a un pasado glorioso si seguimos al líder. Es tan simple como descorazonador. Me gusta la fruta como propuesta de gobierno... y las cañitas porque soy libre, ¡qué pasa!, arguye la orate de Madrí mientras sus adeptos corean «Pedro Sánchez, hijo de puta» allí donde les azuzan a hacerlo. La canción del verano la llama un dirigente repeinado.

Con la judicatura, salvo raras excepciones, remando a favor; los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado imbuidos y gozando en las tareas represivas y unos periodistas comprados por los dueños de unos medios de comunicación convertidos en altavoces de propaganda, cualquier indocumentado lo tiene fácil si cuenta con el beneplácito del Capital.

El ignorante Trump ha cambiado el nombre de Ministerio de Defensa por el de Guerra sin que nadie aprecie cambio alguno. Ocurrencias de un memo millonario al que idolatran millones de yankis como el profeta que promete sacarles de una vida miserable a la que les condenó el mismo sistema que propició que él se enriqueciera. Ninguna de sus promesas se ha cumplido pero parece dar igual. La política convertida en simulacro.

Y por estos pagos, un poco mejor, hay que decirlo, a los muchachos de Dios y la vieja ley les ofende las formas que tienen algunos de solidarizarse con Palestina. Lo de Gaza no está bien, pero ser tan bruscos en la calle afea la villa de Bilbao de cara al mundo. Con un par.