«Revivir todo lo sufrido ha sido muy duro, pero merece la pena, sin duda»
Entre las nuevas víctimas de violencia estatal reconocidas por el Gobierno navarro, figura el fotógrafo de “Egin” Joxe Lacalle, quien señala que recordar las terribles experiencias sufridas ha sido «muy duro, pero merece la pena, sin duda».

Joxe Lacalle explica a GARA cómo ha sido su experiencia, que arrancó cuando desde la Red de Personas Torturadas de Nafarroa le plantearon la posibilidad de acogerse al procedimiento para ser reconocido como víctima de violencia estatal tras haber denunciado torturas a manos de la Guardia Civil cuando fue detenido en 1981 y haber sido blanco de ataques y de un atentado con bomba de los Guerrilleros de Cristo Rey en 1978 y 1979.
En primer lugar, «me reuní con personas de la Red y estuve haciendo unas declaraciones que me grabaron. Al poco tiempo, ya me comentaron que tenía que ir a declarar de manera oficial».
De salida, «me plantearon la posibilidad de que fuera escribiendo todo lo que me pasó, pero empezaba a recordar y no podía escribirlo. Me ponía, pero al final, lo rompía». Así que, su testimonio fue grabado directamente «en compañía de un médico y un abogado. Me hicieron preguntas y fui respondiendo a todo».
TORTURADO
En el caso de Lacalle, son varias las situaciones violentas relatadas. La relacionada con las torturas comenzó cuando fue detenido el 15 de mayo de 1981 en el portal de su domicilio en la calle Jarauta de Iruñea.
La detención tuvo lugar delante de sus hijos y mientras dos miembros de la Guardia Civil de paisano le apuntaban con pistolas.
En su declaración, explicó que fue trasladado a la Comandancia de la Guardia Civil de Iruñea y, «nada más llegar, comenzaron los golpes y las amenazas».
En su testimonio recordó que fue «obligado a realizar ejercicio físico y a mantener posturas forzadas, a desplazarse en cuclillas mientras era golpeado y pateado por miembros de la Policía». Además, «en otra ocasión fue obligado a permanecer esposado de manera que quedaba colgado de una barra colocada entre dos mesas. Le hicieron varias veces la bolsa». En otro momento, «le sacaron al patio de la Comandancia y le hicieron pasar por un pasillo formado por varias personas, mientras lo golpeaban».
Tras ocho días en régimen de incomunicación, fue trasladado a la Audiencia Nacional en un autobús junto a otros detenidos.
OBJETIVO
Estos hechos tuvieron lugar después de que Lacalle y su familia fueran objetivo de los Guerrilleros de Cristo Rey.
En septiembre de 1978, miembros de ese grupo de ultraderecha atacaron su bar de la calle Jarauta, mientras todos ellos estaban dentro para celebrar una merienda-cena con cinco amigos. Los atacantes destrozaron el bar y dieron una paliza a los presentes.
Y en marzo de 1979, un individuo, que posteriormente se supo que era Leoncio Castro, puso un artefacto en el bar que regentaba y que al explotar provocó tantos daños que obligaron al cierre un mes y medio. Aunque interpuso una denuncia, «no recibió la atención que el suceso requería».
Este proceso de sacar a la luz unas experiencias tan extremas le ha resultado «muy duro y pasé unos días malísimos. Después de todo, tuve que ir a terapia de grupo porque me encontraba mal». Fue un trago amargo, pero asegura convencido que «merece la pena; supone mucho que nos vayan reconociendo, que ya era hora». Así que, desde su experiencia, anima «a quienes han sufrido situaciones semejantes a dar el paso. Algunas personas no quieren hacerlo, pero les digo que lo hagan, porque es muy importante».

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