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La lenta llegada de ayuda extiende la rabia y el abatimiento entre los supervivientes

Miles de filipinos seguían desesperadamente tratando de salir de Tacloban, devastada por el tifón Haiyan y todavía llena de cadáveres, en un clima cada vez más tenso debido a la terrible lentitud con que llega la ayuda. Las autoridades aseguran haber limpiado ya las carreteras, pero MSF calificó de «pesadilla logística» los problemas de distribución. Ocho personas murieron por el derrumbe de un muro durante el asalto a un almacén gubernamental de arroz.

Miles de supervivientes, desesperados y furiosos por la lentitud en la llegada de la ayuda, intentaban ayer tomar uno de los pocos vuelos disponibles para huir de las zonas más afectadas por el paso del tifón Haiyan en Filipinas.

Las autoridades, que temen que el balance total de víctimas supere los 2.275 fallecidos y 80 desaparecidos del último recuento, anunciaron ayer la muerte de ocho personas al venirse abajo un muro de un depósito de arroz que fue asaltado por una multitud en la ciudad de Alangalang, a 17 kilómetros de Tacloban, una de las ciudades más afectadas por el temporal.

Los saqueadores se llevaron más de 100.000 sacos de 50 kilos de arroz cada uno, indicó Rex Estoperez, portavoz de la Autoridad Nacional de la Alimentación.

Además, las autoridades se vieron obligadas a aplazar un entierro colectivo en Tacloban, cuando se produjeron varios disparos. «Terminamos de cavar el emplazamiento para el entierro colectivo (...), hubo varios disparos» y la Policía pidió al convoy que diera media vuelta, explicó el alcalde, Alfred Romualdez.

Mientras, cinco días después del paso de uno de los tifones más potentes de la historia, los supervivientes de Tacloban buscan desesperadamente huir del desastre.

«Vamos a morir de hambre»

Algunos, agotados, traumatizados y hambrientos, provocaron una avalancha ayer en el aeropuerto en ruinas de la ciudad al intentar subirse a alguno de los aviones militares que traen ayuda humanitaria.

«Llevamos tres días aquí, pero no hemos conseguido tomar un avión. Quizás muramos de hambre», dijo Angeline, la madre de una niña de siete años que se desmayó entre la multitud.

Los vuelos que despegan y aterrizan en Tacloban todavía son muy «limitados» y los transbordadores están abarrotados, admitió Patrick Fuller, portavoz de la Cruz Roja Internacional en la región Asia-Pacífico.

La ayuda internacional y los barcos militares occidentales tardarán días en arribar y la ayuda llega muy lentamente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre los riesgos de enfermedad, especialmente sobre las relacionadas con el agua, como diarrea o leptospirosis.

El Gobierno reconoció que aún no ha llegado a todas las áreas afectadas e indicó que todas las vías de transporte habían sido ya liberadas, pero Médicos Sin Fronteras (MSF) calificó ayer de «pesadilla logística» los problemas para repartir la ayuda porque las comunicaciones son muy difíciles.

A pesar del trabajo a destajo, «las vías de transporte hasta el área han quedado seriamente afectadas, lo que dificulta particularmente el acceso. El aeropuerto de Tacloban está muy dañado y las carreteras, bloqueadas con escombros», señaló. Además, el aeródromo de la vecina isla de Cebú está congestionado.

Mientras tanto, siguen llegando nuevas promesas de ayuda. El portaaviones George Washington, con 7.000 marinos a bordo, y otros navíos de la marina estadounidense salieron el martes de Hong Kong hacia Filipinas. Washington anunció además este miércoles el envío de otros dos navíos con capacidad para desalar agua de mar.

Ante la incapacidad de los autoridades para proporcionar agua, comida, medicamentos y refugio, unos supervivientes armados saquearon los edificios de Tacloban que todavía siguen en pie, a pesar del toque de queda impuesto por las autoridades.

En la parte positiva de este drama, la extraordinaria solidaridad de quienes apenas tienen algo que compartir.

Fenómenos extremos y récord en el nivel del mar en 2013

2013 ha estado marcado por fenómenos extremos, como el reciente tifón Haiyan, y por un récord en el nivel de los mares en marzo, anunció la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Según datos provisionales difundidos ayer, 2013 está a punto de convertirse en uno de los diez años más calurosos desde que se comenzaron a recabar datos en 1850. Además, los expertos afirman que «el nivel medio del mar alcanzó un nuevo récord en marzo de 2013».

Los nueve primeros meses del año se sitúan, junto con 2003, en el séptimo puesto de los más calurosos hasta hoy. La mayor parte del planeta registró temperaturas superiores a la media, en particular Australia, el norte de América del Norte, el nordeste de América del Sur, el norte de África y gran parte de Eurasia.

El período entre enero y setiembre de 2013 fue más cálido que el correspondiente de 2011 y 2012, cuando el fenómeno climático de La Niña provocó un enfriamiento.

«El nivel de los mares se elevó a un ritmo promedio de 3,2 milímetros anuales (...) cerca del ritmo de aproximadamente 3 mm/año observado durante la década 2001-2010 y corresponde al doble del registrado en el siglo XX, que es de 1,6 mm/año», advirtieron los expertos.

Según el secretario general de la OMM, Michel Jarraud, «el nivel del mar continuará subiendo por el deshielo de los casquetes glaciares y de los glaciares. Más de 90% del calor suplementario proveniente de los gases con efecto de invernadero es absorbido por los océanos, que continuarán calentándose y dilatándose durante cientos de años».

Eso hace temer un futuro más cálido y peligroso para las poblaciones. «Aunque no se pueden atribuir directamente los ciclones tropicales al cambio climático, la elevación del nivel del mar hace que las poblaciones costeras sean más vulnerables a las ondas de las tempestades, lo que tuvo consecuencias trágicas en el caso de Filipinas», explicó.

En Filipinas, el nivel del mar se elevó a una media de de 12 mm/año, casi cuatro veces más que la media del planeta, lo que unido al debilitamiento de las tierras debido a la explotación humana de las capas freáticas en la región, explicaría la amplificación del impacto de la catástrofe y la gravedad de los daños causados. GARA