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La peor catástrofe medioambiental en el Estado español no tiene culpables

La sentencia sobre la mayor catástrofe ecológica ocurrida en el Estado español, el naufragio del petrolero Prestige y la marea negra que provocó, ha absuelto a los tres únicos acusados, el capitán, el jefe de máquinas y el que fuera director de Marina Mercante. Solo el primero fue condenado por desobediencia. El fallo justifica la decisión de alejar el barco de la costa y apunta a su mal estado como causa del desastre.

Once años después del hundimiento del Prestige frente a las costas gallegas, causando la mayor catástrofe ecológica del Estado español, los tribunales absolvieron ayer a los tres únicos acusados que se sentaban en el banquillo. La única condena fue la que recibió el capitán, nueve meses de prisión por desobediencia al tardar en aceptar el remolque del navío.

El propio juez que preside el tribunal, Juan Luis Pía, ya había avanzado cuando el verano pasado el caso quedó visto para sentencia, que «hay más implicados que los juzgados» y que «hay más responsables, políticos y no políticos». Las ausencias en los banquillos han limitado la posibilidad de establecer responsabilidades, pero fue la propia Audiencia la que puso ese límite al reducir la responsabilidad del Estado al director de Marina Mercante y rehusar ampliar la querella de la asociación Nunca Máis contra ABS, la clasificadora que meses antes del accidente avaló que el petrolero era apto para navegar.

El 13 de noviembre de 2002, el Prestige, un petrolero monocasco griego con bandera de Bahamas y cargado con 77.033 toneladas de fuel, zozobró frente a las costas gallegas, derramando partes de su carga. Seis días después, durante los cuales la embarcación fue remolcada mar adentro para alejarlo de la costa, el Prestige se partió en dos y se hundió a 246 kilómetros de Fisterra (A Coruña), en una zona de 3.600 metros de profundidad.

Los vertidos anegaron casi 3.000 kilómetros de costas en el Atlántico y el Cantábrico, llegando incluso a Euskal Herria, el Estado francés y Portugal, en la que se considera la peor catástrofe medioambiental del Estado español

El proceso se abrió en noviembre del año pasado, con tan solo tres acusados. Un año después, el Tribunal Superior de Galicia, ha absuelto al capitán griego, Apostolos Mangouras, al jefe de máquinas, también griego, Nikolaos Argyropoulos, y al único responsable de la Administración española que se sentó en el banquillo, el entonces director de Marina Mercante, José Luis Lopez-Sors, del delito de «atentado contra el medio ambiente y los espacios naturales protegidos».

El estado del barco

Para el tribunal, los dos oficiales no estaban en situación de apreciar el mal estado del barco, que poseía todas las autorizaciones necesarias.

Señala que no se ha demostrado «que conocieran las deficiencias estructurales», incluso a pesar de que, según un perito, el petrolero se encontraba «en un estado tan deplorable que nunca habría debido ser autorizado a navegar».

Sostiene que «nadie sabe con exactitud cuál pudo ser la causa de lo ocurrido ni cuál debería haber sido la respuesta apropiada a la situación de emergencia». Achaca el fallo estructural del barco a las deficiencias de mantenimiento y a los análisis técnicos que no se efectuaron con debida profesionalidad. Concluye por ello que los acusados «se limitaron a asumir una navegación arriesgada en términos que no pueden ser tachados de imprudentes»

En cuanto a la decisión de alejar el barco de la costa, por la que solo respondía el responsable de la Marina Mercante, el tribunal entiende que la decisión fue correcta en una situación de emergencia porque su refugio en un puerto podría haber tenido graves consecuencias.

«Tras el asesoramiento técnico más riguroso y capaz, se tomo una decisión discutible, pero parcialmente eficaz, enteramente lógica y claramente prudente», afirma, y considera que ni aun ahora nadie sería capaz de señalar lo que se debía hacer.

En cuanto a las consecuencias que tuvo el vertido, estima que no se debió a la imprudencia, aun cuando el resultado del alejamiento no fuera el esperado.

No obstante, el capitán ha sido condenado a nueve meses de prisión por «desobediencia grave a la autoridad» por haber rechazado, en un primer momento, que el barco fuera remolcado para alejarlo de las costas, como habían ordenado las autoridades españolas. Según el tribunal el capitán antepuso las razones económicas a la emergencia. Con todo, no tendrá que cumplir la sentencia, por su edad, 78 años. La Fiscalía había pedido entre cinco y doce años de prisión paralos tres acusados.

Durante el proceso, el capitán y el armador del Prestige acusaron al Gobierno español de haber provocado el naufragio al ordenar el alejamiento del navío. «Era la peor opción. Nos transformaba en un ataúd flotante y nos enviaban al hundimiento», afirmó, Apostolos Mangouras.

Daños

Sin responsables de la catástrofe, el Tribunal Superior de Galicia rechazó los más de 4.000 millones de euros de indemnización que demandaban los Estados español y francés.

Según enumera la sentencia del tribunal presidido por Juan Luis Pía, citando fuentes oficiales, se estima que el Prestige derramó 63.000 toneladas de fuel, generando 170.700 toneladas de residuos, y unas 14.950 toneladas de fuel en los dos pecios del barco. Resultaron afectados 2.980 kilómetros del litoral costero, 1.137 playas contaminadas, 450.000 metros cuadrados de superficie rocosa impregnada de chapapote, 526,3 toneladas de fuel en los fondos de la plataforma continental, una mortalidad estimada de 115.000 a 230.000 aves marinas, todos los ecosistemas marinos afectados, y altos contenidos de HAPs26 se depositaron (un hidrocarburo aromático con compuestos cancerígenos y mutágenos) en el conjunto de especies y sedimentos. La costa afectada se extiende principalmente desde la desembocadura del río Miño hasta el Canal de la Mancha, siendo la costa gallega la más afectada. Espacios naturales de Galicia, Cantabria, Asturias y Euskal Herria resultaron dañados y oficialmente se suspendió en Galicia la actividad pesquera y marisquera hasta mayo de 2003.

Entre los responsables políticos de la época, el actual presidente del Gobierno, entonces vicepresidente, minimizó el vertido con la ya célebre comparación con «hilillos de plastilina», mientras el entonces -y hoy- ministro de Agricultura y Pesca, Miguel Arias Cañete, anunciaba que «la rápida actuación de las autoridades ha evitado una marea negra».

Para las asociaciones ecologistas el fallo abre la puerta a otro Prestige

La plataforma ciudadana Nunca Máis calificó de «injusta» y «lamentable» la sentencia al entender que se trata de un fallo político redactado «al dictado de los intereses del PP», por lo que estudiará recurrirla.«Buscábamos que, ante un posible nuevo siniestro, no se fueran de cacería y que las decisiones no fueran con criterios políticos, sino científicos», lamentó el abogado de la plataforma, Pedro Trepa. El escritor gallego Manuel Rivas, una de las voces más destacadas de este movimiento opinó que el fallo avala la «doctrina de la irresponsabilidad». «Los banquillos estaban vacíos y la sentencia está vacía», afirmó Rivas, que señaló la gran frustración que supone porque aunque «no se trata de que si alguien tenía que estar en el cárcel, la cuestión es que las palabras no hacen justicia.

Igualmente, los portavoces de Greenpeace, WWF, Ecologistas en Acción, Oceana y Amigos de la Tierra denunciaron que los verdaderos responsables del desastre ambiental que provocó el petrolero no han sido juzgados y que la decisión judicial «abre la puerta a otro 'Prestige».

Según la responsable de la campaña de Energía de Greenpeace, Raquel Montón, «este proceso demuestra que los culpables políticos no pagan, que las empresas culpables no pagan y que no se hace justicia cuando se trata de defender el medio ambiente ni a las personas». El coordinador de Ecologistas en Acción, Theo Oberhuber, calificó de «inmoral» que la sentencia apunte que la decisión de alejar el barco de las costas fuera «discutible, pero parcialmente eficaz». «Esta decisión, errónea, fue la que realmente convirtió en accidente en una catástrofe y extendió la contaminación por el norte de España y el sur de Francia», añadió. El responsable del programa marino de WWF, José Luis García Varas, decepcionado, lamentó que la sentencia no ayudará a que en el futuro haya más seguridad marítima. Para el director de proyectos de Oceana, Ricardo Aguilar, «castiga otra vez a los afectados y a todos los ciudadanos», que correrán con los gastos de las imprudencias y los delitos de otros.

Por el contrario, los abogados de la defensa mostraron su satisfacción y, desde el Gobierno, el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, opinó que el fallo muestra que «las autoridades actuaron razonablemente bien». GARA

La sentencia implica que nadie deberá pagar por los daños

El Estado español cuantificó los gastos ocasionados por la catástrofe en 368,4 millones de euros, mientras la Xunta de Galicia los cifró en 145,2 millones y el Estado francés en 67,5 millones. Aquel año, la factura que reclamaba la Administración de la CAV a Madrid era de casi 40 millones. Pero, además de los gastos, la sentencia deja claro que el Estado español no podrá cobrar las indemnizaciones millonarias que reclama por los daños ni deberá pagar por ellos, y solo le queda la vía de iniciar otro proceso judicial contra la operadora y la aseguradora del Prestige, Universe Maritime y London P&I Club, respectivamente, -una opción poco viable, según fuentes jurídicas- o buscar un acuerdo extrajudicial muy a la baja para sus intereses. Una condena del capitán hubiera sido la única alternativa para conseguir que la operadora y la aseguradora hicieran frente a la totalidad de la póliza de 1.000 millones de dólares que tienen suscrita. La Audiencia Provincial de A Coruña será la encargada de decidir, en la ejecución de la sentencia, el destino de los 22,7 millones de euros de fianza que en su momento consignó para el proceso London P&I Club. Al haberse establecido que no existe responsabilidad penal, no se puede fijar una responsabilidad civil para asumir las eventuales indemnizaciones. La Fiscalía había reclamado 4.328 millones de euros en concepto de responsabilidad civil por los daños derivados de la marea negra. Según fuentes del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, cabe tanto la opción de que esa cantidad vuelva a London P&I Club como que se decida un hipotético reparto entre afectados. GARA