José Rejo
GUTUNAK

¡Ya basta!

Nos ha tocado vivir unos tiempos difíciles... Además, son más duros porque veníamos de un largo período de bonanza. Nos habíamos acostumbrado mal. O sea, simplemente vivíamos con cierto desahogo y eso, por lo visto, no nos tocaba. La situación social y economica actual es lamentable. Las empresas que van bien se deslocalizan porque quieren ganar más y más. Las que van mal cierran, claro, por culpa de «los mercados». Y la mayoría de ellas se sostiene a duras penas, exigiendo sacrificios a sus empleados para ganar competitividad.

El futuro que nos espera a los ciudadanos es que debemos acostumbrarnos a una creciente precariedad: más impuestos y menos salarios. Es lo que nos merecemos. Los que mandan de verdad, o sea, los bancos, nos han diseñado un modelo de vida en el que domina la austeridad: recortar todos los servicios públicos esenciales (sanidad, educación, transporte...) y «optimizar» los salarios. Eso, sin duda, provocará que, ante cualquier eventualidad, nos tengamos que endeudar más.

Este es el objetivo de la banca para ganar... más, claro. Y ese será nuestro calvario. Y mientras tanto, las personas sacamos a relucir nuestro lado más oscuro. Justo cuando deberíamos practicar la solidaridad y la empatía, nos volvemos más egoístas. Cada uno trata de salvar su pellejo a costa de lo que sea. Es normal, porque nos han metido el miedo en el cuerpo y nuestro instinto es sobrevivir. Pero justo ahora es cuando deberíamos demostrar nuestra «humanidad», poniendo en práctica valores positivos. No me duele mi destino, porque al menos tengo voz y soy consciente de lo que pasa. Me duele el futuro de todos esos que no tienen voz, los desempleados, los desahuciados, los marginados... que no van a decir nada mientras «mueren» silenciosamente.

Nos han robado nuestro dinero con descaro. Pero no podemos dejar que nos roben la dignidad. Aquellos pueblos que luchen por su futuro quizás no ganen, pero los que no luchen seguro que pierden. ¿Hasta cuándo vamos a permanecer callados ante semejante atropello? ¡Ya basta!