Juanjo BASTERRA
PROTESTA SOCIAL EN BARAKALDO

«Es un castigo de Lanbide; no tengo para comer ni medicarme»

La denuncia social llegó ayer a las puertas de la oficina de Lanbide en el barrio de Beurko, en Barakaldo. Una mujer de 54 años ha perdido la ayuda social por falta de papeles. La afectada rechaza esta justificación. No es la primera vez que le ocurre y afirma: «soy pobre, no tengo para comer, ni para comprar medicinas».

El frío y la incesante lluvia no impidieron que la solidaridad se expresara con María Asun Maza, de 54 años, enferma y sin recursos. Es la última víctima de la burocracia de Lanbide en el barrio de Beurko, en Barakaldo. Le retiraron las ayudas de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), aduciendo que le faltaba documentación por presentar, cosa que ella niega.

Come una vez al día en el comedor de Cáritas en Barakaldo, pero el doctor Iñigo Melchor confirmó que «no tiene ni para comprar los medicamentos, que necesita». La Plataforma Berri-Otxoak denunció de forma directa que el Servicio Vasco de Empleo «incumple sistemáticamente el procedimiento administrativo ordinario» y, si te falta documentación, «te quitan la prestación y te obligan a empezar. Puede ser que no te falte, que la hayan traspapelado o perdido, pero cargan la culpa sobre la persona excluida y necesitada. No hay derecho».

Junto a la pancarta de Berri-Otxoak estaban Periko Solabarria, que no daba crédito a «esta injusticial social», y los concejales de EH Bildu de Barakaldo, que exigieron que el Ayuntamiento adopte medidas concretas para no dejar a los más necesitados sin recursos, porque la crisis económica está golpeando fuerte a ese municipio.

Adelgazó 10 kilos

«El año pasado no cobré siete meses y este año llevo ya más de un mes. El motivo, según ellos, es que no he llevado los papeles a tiempo. Es un castigo de Lanbide. Conlleva que te dejan en la pobreza. No puedes comer. No tienes dinero para comprar unas medicinas. He adelgazado diez kilos. Me había recuperado cuando, otra vez, estoy sin nada», explicó Maza.

Su relato hace que un ligero escalofrío recorra el cuerpo de quienes la escuchan. Se hace duro en un país como Hego Euskal Herria que se atraviesa una dura crisis, pero está a la cabeza de las zonas europeas con mayor riqueza. La realidad es dura, como desvela esta mujer de 54 años que habla pausada pero, sobre todo, con dignidad.

«Este dinero es para comer, para subsistir, pero me responden con frialdad», precisó. «Soy pobre. No como. No tengo nada». Ahora, tendrá que esperar a que se resuelva la tramitación para recibir la RGI. Ayer mismo entregó los papeles, aunque en un primer intento le dijeron que «el cupo de 50 tramitaciones ya se había cumplido». Es decir, «vuelva usted mañana». Asesorada por responsables de la Plataforma Berri-Otxoak volvió a entrar, porque «ella solo tiene que entregar una documentación, no tramitar nada», precisó Juan Carlos Becerra, quien dijo que esto que le ha ocurrido «es el pan de cada día de quienes pasan por estas oficinas de Lanbide».

Melchor, médico en el ambulatorio de Zaballa, también en Barakaldo, explicó que «el sistema público debería de aportar recursos a quienes no pueden subsistir». Añadió que él es un funcionario que se ha puesto en contacto «con esta persona que, ante una situación de enfermedad, no tiene para comer y no tiene dinero para comprar medicinas. Es una situación dura y difícil de entender en este país».

El doctor Melchor añadió que acudió «a poner cara a esa situación», pero «es una circunstancia que se da día a día, con muchas personas. La mayoría no está dispuesta a denunciarlo. Tengo más pacientes que no quieren salir. Todos los médicos de Barakaldo y alrededores tenemos más de un paciente en situación de exclusión y sin dinero para comer».

Gaizka Rial, de la iniciativa Berri-Otxoak, denunció que «a mucha gente le trata mal la vida con el paro, la pobreza y la exclusión social, como para que te venga después la Administración a tratarte peor». Por eso, denunció que «cuando más necesarios son los recursos, es cuando se rebajan y se recortan». Añadió que «casos de necesidad hay muchos y habrá más» y, a su juicio, «los gobiernos desoyen el clamor social».