Con casi el 47% de los votos y casi el doble de los cosechados por su rival, la derechista Evelyn Matthei, Michelle Bachelet ha obtenido una victoria clara. Sin embargo, tendrá que esperar a una segunda vuelta que, salvo sorpresa mayúscula, la confirme como la presidenta de Chile. Su triunfo es claro, amplio y rotundo, pero los chilenos han dicho que no tan rápido, que pese a su alta popularidad, su carisma y su conexión con las masas, tendrá que haber otra vuelta que todo indica ganará con claridad. Otra cuestión es si los apoyos legislativos que ha logrado -victoria pírrica que no alcanza los dos tercios necesarios- le serán suficientes para llevar adelante sus propuestas de reformas educativa, tributaria y constitucional que han seducido pero no tanto a los chilenos que no se sienten beneficiados por los multimillonarios ingresos de la explotación de los recursos naturales.

La derecha ha perdido. Pero no se lo pondrá fácil a una Michelle Bachelet a la que le esperan renovados desafíos. Se la juega en la transformación del modelo educativo, con una juventud movilizada y con enorme poder de protesta que ha apostado por ella. El cambio electoral y constitucional que defiende deberá marcar agenda, así como su aportación al proceso de integración regional que llevan adelante Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay, Ecuador y Bolivia.