Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «Los chicos del puerto»

Moverse por la gran ciudad es una moderna odisea

Con tan sólo tres largometrajes en su haber el cineasta valenciano Alberto Morais ya se ha ganado un prestigio, aunque minoritario, dentro del cine de autor. Su documental «Un lugar en el cine» trazaba una intima conexión geográfica y cultural entre los maestros Angelopoulos, Pasolini y Erice. Su ópera prima en la ficción se repuso a un precedente tan elevado, descendiendo a la terrenal sencillez del cine contemplativo en tránsito hecho película de carretera. «Las olas» supo remover la memoria histórica y recibió en el Festival de Moscú el Premio a la Mejor Película y el de Mejor Actor para el veterano Carlos Álvarez-Novoa.

En «Los chicos del puerto» Alberto Morais se empapa de la maestría de sus primeros inspiradores, pero lo que le sale es una creación más cercana al José Luis Guerín de «En la ciudad de Sylvia». Y es que no se me ocurre ningún otro ejemplo reciente de absoluto dominio escénico del espacio urbano, de saber mover a sus personajes en medio de una arquitectura deshumanizada, casi laberíntica e incomprensible de puro irracional.

Así es la Valencia que retrata Alberto Morais, y en la que los tres menores que se aventuran por sus calles viven una especie de moderna odisea. Salir de su barrio portuario de Nazaret ya supone para ellos todo un desafío, un viaje hacia lo desconocido. Buscan el cementerio de Campanar, pero se equivocan y van a otro. No disponen de referencias claras sobre las distancias y el tiempo para recorrerlas, por lo que les pilla la noche y han de dormir en un parque. La desorientación es grande, dudando sobre los kilómetros que les separan, por ejemplo, de Castellón.

La secuencia que mejor resume el extravío del trío protagónico es aquella en la cual Miguel (Omar Krim) va a buscar un bocadillo y se pierde, sin poder dar con el punto exacto en que se han quedado sus amigos esperándole. Transcurre en tiempo real, lo que aporta naturalismo a las situaciones de supervivencia cotidiana en el hostil medio urbano.