Raimundo Fitero
DE REOJO

Adjetivar

Con las propuestas represivas de la nueva ley de seguridad ciudadana (sic) que prepara el gobierno de Rajoy faltan adjetivos suficientes para calificarla, pero es muy fácil colocar el sustantivo: autoritarismo. Las encuestas electorales que se van filtrando apuntan a una caída de intención de voto para la banda organizada, pero mientras llegue esa supuesta salida del gobierno del reino de España, su labor de retorno a la oscuridad del régimen franquista en cuanto a libertades cívicas y políticas habrá llegado a su máxima expresión.

El dúo represivo de Gallardón y Díaz Fernández, dos ultras recalcitrantes, van a dejar los códigos civiles y penales expurgados de cualquier concepto de libertad, y todo va a ser sanción, represión, control. Unamos el desmontaje de todo lo que era democráticamente saludable en educación, sanidad, cultura, más el desmantelamiento de la seguridad social, el régimen de pensiones y una reglamentación laboral con tintes de esclavismo, la voladura de los sindicatos y los movimientos sociales nos da un tétrico resultado: el colapso democrático. La barbarie. Lo anuncian alrededor del 20-N para que no queden dudas. Y si tienen dudas vean sus televisiones, sus tertulianos, lean sus periódicos y verán como estamos en algo que se parece mucho a una dictablanda.

Adjetivar en días como hoy no es un desahogo, ni una pose, sino una lamentable constatación de que estamos ante el gobierno español más nefasto de la débil democracia ahora tutelada, reprimida, políticamente desactivada, con un rodillo que va dejando tierra quemada que será difícil volver a hacer fértil. La constatación de una Justicia al servicio de los intereses de unos pocos, una economía entregada a los mercados, un Estado policial donde se cercenan los derechos civiles de sus ciudadanos, con una educación confesional, solamente dan ganas de escapar, de proclamar la independencia. Llevan dos años de desgobierno, pero están cumpliendo sus objetivos al milímetro y si no qué le pregunten a Botín y los suyos o a Rouco y sus sotanas, o a Morenés y sus fabricantes de armamento o a la patronal. Me temo que de nuevo volverán a pasar. Sobre todo si los dejamos.