GARA IRUÑEA

La historia de Iruñea, a través de los reflejos que la ciudad arroja sobre la superficie del Arga

Un libro de fotografía retrata la capital navarra a través de los reflejos que sus principales monumentos y barrios dejan sobre las aguas del Arga. Tomás Arroyo ha dedicado cinco años a este proyecto.

Tomás Arroyo acaba de editar con Altafaylla un libro de gran formato, donde se mezcla la historia de la capital navarra con imágenes de la ciudad, con la particularidad de que las fotografías no se han tomado directamente de los edificios, sino de los reflejos que estos dejan sobre el río Arga a su paso por Iruñea. Se trata de un trabajo que ha requerido de una inmensa paciencia, en busca del momento oportuno y el reflejo perfecto sobre el agua.

«Iruña se retrata en el Arga» es un libro sumamente personal y no exento de crítica sobre los últimos desmanes arquitectónicos que se han cometido sobre la ciudad. Arroyo recurre a un juego entre él y el río, de tal modo que se establece un diálogo entre el Arga y el autor, en el que van apareciendo los principales ataques al patrimonio cultural que se han realizado en pasadas décadas, como la destrucción de los restos de las termas aparecidas en la Plaza del Castillo o la destrucción del Palacio de los Reyes de Navarra, cuya arquitectura fue hecha desaparecer para construir sobre ella un nuevo proyecto de Rafael Moneo.

Arroyo ha dedicado los cinco últimos años a este proyecto. Uno de los grandes retos fue atrapar los instantes precisos que permiten ver la ciudad en los reflejos del río. Sin embargo, también hay un indudable trabajo de documentación detrás del libro que edita Altafaylla y el lenguaje empleado también tiene aspiraciones líricas, que se sostienen sobre el diálogo entre el Arga y el autor.

En cuanto a su faceta de libro denuncia, Arroyo se despacha con crudeza, señalando a los principales responsables de los ataques al patrimonio de la ciudad. Así, aparece la lista de nombres que permitieron la destrucción de las termas de la Plaza del Castillo o acusaciones directas a concejales como Ignacio Polo, por el estado de dejadez en la que se encuentra la Casa de Barquilleros.

En último término, el libro constituye un alegato en favor de la belleza del río que cruza la capital navarra. A lo largo de sus páginas sorprenden bellas imágenes de piragüistas remando por las aguas, coloridos reflejos de barrios más humildes o de simples ramas de árbol desdibujadas por las olas, que recuerdan a cuadros de los artistas del impresionismo. En palabras del prologuista, «Iruña, sin el Arga, no existiría, ni el Arga sin Iruña hubiera sido el confidente de la madre y capital, organizadora y unificadora del Estado navarro y del Euskara». En definitiva, que «hay entre ellos una complementariedad exquisita».