Ramón SOLA
EL CASO CAN GENERA EXPECTACIÓN

«El banquete», más que un libro y más que una presentación

Hoy día, que 350 personas acudan a la presentación de un libro -y no precisamente una novela de evasión- es señal de que algo grande trae dentro. La acogida a «El banquete», que disecciona el expolio de Caja Navarra, refleja que el escándalo sigue muy vivo y que el deseo de un cambio político avanza.

La sala grande del Hotel Tres Reyes se abarrotó para asistir ayer tarde a la presentación del libro sobre la CAN escrito por Aritz Intxusta, periodista de GARA, Alberto Gil y Patxi Zamora, los tres miembros a su vez del equipo de investigación de Kontuz. El llenazo fue tal que Zamora introdujo una broma muy oportuna: «Igual con esto podíamos haber inaugurado el Navarra Arena», en alusión al megapabellón que el Gobierno navarro no logra terminar, último botón de muestra del despropósito de la gestión de UPN.

La afluencia de público fue la gran noticia de la puesta de largo de un libro que dentro trae otras muchas. No se limita a recopilar las revelaciones y acciones judiciales que han salpicado la política y sacudido a la sociedad navarra. Hay también datos y nombres nuevos, entresijos desconocidos y, como resultado, una fotografía global del régimen representado hoy por Yolanda Barcina a la cabeza.

Por tanto, es más que un libro sobre la CAN, apuntó Gil: «Creo que hemos hecho una disección del régimen, de un banquete en el que hay dos comensales». Y a su lado Zamora añadió, siguiendo con la alusión velada a UPN y PSN: «Esto es como una partida de chinchón, en el que uno roba y otro mira, y al revés».

Todo ello junto a «datos que nos volverán a avergonzar y cabrear. Dietas, relojes, inversiones, sueldazos, enchufes...», enumeró Zamora antes de preguntarse «qué tiene que ocurrir para que actúe la Justicia y haya una comisión de investigación parlamentaria. ¿Hacían falta argumentos? Aquí están».

José Mari Esparza, en representación de la editorial Txalaparta, situó este trabajo como una muestra de «periodismo clásico» elaborada por tres «periodistas de raza». Intxusta abundó en ello, al apuntar que en esta era de información acelerada y telegráfica la suya ha sido «una investigación con mucha paciencia, muchos cafés y muchas cañas, muchas fuentes». Y Gil completó todo ello: «Con esto cumplimos un compromiso: que íbamos a contar toda la verdad cayera quien cayera. Ésta es la verdad».

Dada la contundencia del relato y la profusión de datos y nombres, tanto en su presentación como en las intervenciones del público se planteó si temen represalias. Zamora fue sincero: «Vivimos en un sitio en que Yolanda Barcina quiere encarcelar a tartalaris, Enrique Maya a arrantzales, el Ministerio de Interior a los de Ateak Ireki [le interrumpió una salva de aplausos]... Barcina y Pegenaute ya lo intentaron también con Kontuz. ¡Qué despliegue de la justicia con minúsculas, porque a la Justicia con mayúsculas no la hemos visto aquí!», lamentó.

«Cámara de kontuz»

Pero si el contenido del libro ha terminado superando el tema en que se basa, a su vez el acto fue mucho más que una presentación periodística o literaria al uso (lo atestiguaba ya de entrada la amplia presencia de representantes políticos, sindicales y sociales). El turno de preguntas posterior derivó en una especie de asamblea popular con una pulsión común: las ansias de regeneración y cambio de gobierno en Nafarroa.

Se escuchó a gentes que no necesitan presentación en el herrialde. Como Víctor Moreno, que recordó que para los griegos un idiota era quien no participaba en los asuntos públicos y lamentó que los protagonistas del libro no hubieran sido idiotas en ese sentido clásico, para no perjudicar a la ciudadanía. Begoña Zabala constató que «pocos jueces nos van a dar la razón, pero nos queda la reflexión de la ética; si por esto no se va a la cárcel, nos da igual». Patxi Urrutia trasladó una pregunta muy interesante; por qué en otros sitios escándalos de corrupción (Bárcenas, EREs...) enfrentan siempre a PP y PSOE, pero en Nafarroa no ocurre. Y Jokin Elarre saludó que en Nafarroa el órgano fiscalizador se llama Cámara de Comptos, pero quien realmente ha sacado las corruptelas de las últimas décadas es la «Cámara de Kontuz».