MÁLAGA 3

OSASUNA 3

Osasuna salió bien parado en esta ocasión de lo que fue una montaña rusa de partido, en el que los rojillos perdían 3-0 al inicio de la segunda mitad y ya daban por perdidas todas sus opciones, para pasar a otra fase del choque en la que, henchidos de efectividad, lograron igualar la contienda con uno menos en el campo y poner franca la eliminatoria de su lado. A los de Javi Gracia les bastaría con no perder en El Sadar, dado que será díficil que se repita de nuevo una igualada tan abultada.

Las dos claves del revolcón que protagonizó la escuadra navarra podrían centrarse en el hecho de que el Málaga dio por vendida la piel del oso antes de cazarlo y en el sorprendente cambio estratégico que se sacó de la manga el técnico osasunista colocando a Lotiés de pivote. Las arrancadas que el francés realizó desde medio campo desarbolaron la línea defensiva local y fueron decisivas para conseguir el empate.

La variación táctica vino propiciada por la expulsión que ya se veía venir de Raoul Loé -ahí debió estar más vivo Gracia cambiando al camerunés-, al que el quisquilloso Gil Manzano ya le había cogido la matrícula prácticamente desde el inicio del encuentro. Tres faltas le bastaron al colegiado extremeño para dejar un partido más a Osasuna en inferioridad.

Lo cierto es que muy pocos se habrían imaginado que el envite iba a finalizar con seis goles a tenor de lo que se vio en la primera media hora. Fútbol trabado, mucha horizontalidad y excesivo centrocampismo fueron la nota predominante de esa fase, en la que la escuadra navarra supo manejarse bien, aunque sin mordiente en ataque.

Lo que pudo ser una debacle comenzó a fraguarse mediante otras dos dianas encajadas en estrategia: una a la salida de un corner y otra de falta innecesaria al borde del área. En siete minutos -del 31 al 38-, la eliminatoria ya se había puesto muy cuesta arriba. Y más todavía llegó a estar apenas iniciada la segunda parte, cuando Juanmi estuvo muy listo para irse del ayer central Oier y, cayéndose, empujar el cuero pegado al poste. Todo un palo que venía a recordar las más recientes goleadas.

Sin embargo, los anfitriones se confiaron y a Osasuna le comenzó a sonreir la fortuna. Un rebote en el lejano disparo de Roberto Torres y un vivo Damià sacando rápido la falta que propició el segundo gol metieron a los rojillos en el envite y en la eliminatoria.

Ni siquiera la expulsión de Lotiés frenó la trayectoria ascendente encarnada que, con uno menos, creyó en sus posibilidades y salió con mayor criterio en pos de la meta malacitana. El premio estuvo en el 3-3, que retuvo en los minutos finales un inspirado Asier Riesgo, con una gran parada a falta de un minuto para el tiempo reglamentario. Se quedó buen sabor de boca para recibir al Real Madrid.