Jon ORMAZABAL
Final del Cuatro y Medio

El desafío más complicado de Martínez de Irujo

Suceda lo que suceda en la final, el de Ibero entiende que su trayectoria en este Cuatro y Medio adquiere un valor especial en su carrera, por todo lo que ha tenido que sufrir este mes y medio.

Directo y valiente como en la cancha, Juan Martínez de Irujo se sinceró con GARA en el interior del Ogeta, enfrente de una de las dos grandes mesas de mármol en las que los pelotaris se protegen sus herramientas, esas que tantos problemas le han dado desde que una pelota mal golpeada en Elizondo le fracturara el dedo índice de su mano derecha y convirtiera este Cuatro y Medio en «sin duda alguna, el campeonato más complicado» de una extensa carrera.

El encuentro con este diario tuvo lugar el pasado jueves, tras su primera toma de contacto con la exigente cancha gasteiztarra, una especie de ritual que, afortunadamente para el de Ibero, se ha convertido en habitual. A partir de ahora la vida del de Aspe adquiere una rutina con entrenamientos, atención a los medios y elección de material con un solo objetivo, volver a pisar lo más alto del podio. La única diferencia esta vez, hasta el rival es el de siempre, estribará en el día de la final. «Esta vez es un sábado y por la noche. Se va a hacer muy largo, ¿qué voy a hacer durante todo el día? Es una jornada de mucha tensión y nervios. Tendré que fijarme las pautas de cuando jugamos los viernes por la noche».

El punto actual tiene sus paralelismos con otros campeonatos, aplazamiento incluido, pero lo que nunca había vivido el pelotari de Aspe es un camino tan tortuoso, de tanto sufrimiento, como el trazado en esta edición de la jaula. Ahora mismo, con una progresión en seis semanas, el de Ibero ha ganado confianza «pero al final, como estaba antes de empezar creo que no voy a llegar. Entonces sí que estaba bien, haciendo buenos entrenamientos, con confianza... Físicamente estoy como pocas veces he estado», explicó.

Todo se torció en Elizondo, en un festival con motivo de la feria de la localidad baztandarra, en el que una pelota mal golpeada estuvo a punto de echar al traste toda su preparación.

«Me acuerdo que fue un viernes en Elizondo. No pensé que tenía el dedo roto, terminé el partido normalmente. El lunes tenía que ir a entrenar a Bilbo, que jugaba contra Aimar el fin de semana siguiente, pero antes de ir me dije: `Voy a ir al hospital a sacarme una placa, que este dedo no me gusta cómo está'. Fui y se vio la fractura, fui a entrenar, vi que no podía, pedí el aplazamiento y no se me concedió y desde entonces todo ha sido sufrimiento en la cancha».

El dolor fue doble, el propio de la fractura y el de ver que una jugada tonta, un accidente, puede apartarte de una de las citas más importantes del año. «Ves cómo se te puede ir todo en una jugada. Me puse de muy mala leche en ese momento pero luego dices `nada, al final esto es deporte'. Son cosas que pueden pasar y es el peligro que tenemos nosotros, sobre todo con las manos. Al principio pensé en no jugar y ya me recuperaré para el Parejas, pero al final, a base de cabezonería y de que uno es competitivo y quieres jugar, terminé saliendo».

Eso sí, la posibilidad de renunciar a la jaula tuvo su peso en la cabeza del pelotari. «Sí, sin duda alguna que pensé en no jugar tras aquel entrenamiento. Tengo un dedo roto, no le puedo dar a la pelota, la afición se merece un respeto... pero al final me han salido las cosas bien». La decisión, no obstante, tuvo un riesgo que Irujo decidió tomar. «Si salgo y no gano ningún partido en la liguilla tendría que haber escuchado que `no sé para qué has salido', `tenías que haber esperado a recuperar', `qué poco respeto a la afición'... Pero bueno, esas cosas siempre pasan. Cuando arriesgas, si sale bien, bien, y si sale mal hay que echar para adelante».

Las pautas médicas en estos casos son claras, el hueso necesita tiempo y reposo para soldar, justo aquello de cuya falta adolece el pelotari inmerso en una competición. De todos modos, no ha tenido que discutir demasiado con Txema Urrutia. «El médico de la empresa para eso es bastante valiente y optimista. Yo lo que quería era que me asegurasen que no me iba repercutir a futuro y que no tendía que volver al principio», señaló Martínez de Irujo.

«Pero al final, por mucho que te diga el médico, el dedo es tuyo, el que sufre el dolor eres tú y depende de la capacidad de sufrimiento de cada uno. Entre todos tomamos la decisión de jugar, sobre todo fue decisión mía, y estoy contento de cómo ha ido, que ha ido mejor de lo esperado. Ha sido uno de los campeonatos a los que más valor le doy. Al final, es un poco como el Manomanista de 2005, en el que jugué con el meñique roto». En aquella ocasión su rival en la final fue también Aimar Olaizola, que se caló la txapela tras remontar un 17-13 en contra.

Una vez tomada la decisión de jugar, no ha habido otra que apretar los dientes, ya que todos los avances dados en la recuperación a base de reposo se convertían en pasos atrás en cuanto la pelota volvía a tener contacto con la zona dolorida. «Al final aprendes a sufrir, ya había tenido otras roturas de dedos, pero no me habían dado tanta guerra como esta».

Todo esto hizo que el de Ibero haya afrontado los tres partidos de la liguilla de cuartos sin entrenar en el frontón entre semana. «Con una mano solo no se puede entrenar. Ha habido días en los que he ido con trapo solo en la izquierda, pero en el peloteo la mano se te carga mucho y tienes que dejarlo de lo dolorida que está. Iba a entrenar sin ganas y sin la tensión necesaria para entrenar, estás pensando en otras cosas».

Siempre a remolque

Lógicamente, todo ello tuvo su repercusión en los partidos, en los que ha tenido que protagonizar grandes remontadas ante Xala, Ezkurdia y Oinatz Bengoetxea, ya que «me ha costado mucho entrar a los partidos y ahora en la final espero que no me pase lo mismo. Estás pendiente de otras cosas, tienes el dedo que no te da confianza, no estás seguro de ti mismo y pasa lo que pasa».

Esas remontadas han valido para ir reforzando la moral perdida, pero a su vez han tenido una gran exigencia física. «Te quedas más a gusto, más tranquilo en el momento de terminar el partido pero al día siguiente te acuerdas y piensas que esto no tiene por qué pasar todos los días. Que pase un día bien, vale que pase otro, pero ya todos... », ironizó.

Sin un resultado contundente y cómodo, como ha solido ser costumbre en campeonatos individuales anteriores, este Cuatro y Medio lo ha pasado «sufriendo y sin disfrutar ningún partido. Yo creo que los he sacado a base de sufrir en la cancha y de no arrojar la toalla ningún día. Al final eso se lleva de serie, hay algo dentro por lo que siempre quieres ganar y demostrar que, aún no estando en las mejores condiciones, puedes dar guerra a cualquiera».

«Si supiera que Aimar me va a ganar, haga lo que haga, me tomaría las cosas de otra manera distinta»

Si el camino hasta aquí ha sido tortuoso, el último paso de este Cuatro y Medio no va a ser nada sencillo para el de Ibero, que tendrá que enfrentarse a un Aimar Olaizola que saldrá como favorito y que parece tenerle tomada la medida, al menos en las tres últimas finales individuales en las que se han enfrentado últimamente.

Juan Martínez de Irujo también se rebela contra esa creencia de que el de Goizueta, hoy por hoy, le tiene minada la moral. «Ahora mismo podríamos decir que Aimar le tiene la medida tomada a todo el mundo. Pero yo creo que son rachas, Aimar está muy bien, pero yo también le gano muchas veces a él, lo mismo que él me ha ganado otras muchas. Si me gana el 14 no pasa nada, pero por lo menos que juegue yo todo lo que sé, y que le incomode, que no me gane fácil», se reivindicó ante la pregunta sobre su estado mental previo a la cita del sábado.

En las dos últimas finales, las del Manomanista, el 22-7 final mostró lo que se pudo ver sobre la cancha. Sin embargo, el pelotari de Aspe no ha perdido ni un ápice de fe en sus posibilidades. «Es deporte, y tampoco creo que sintiera impotencia. Unas veces gana uno y otras el otro. Yo también le gané 22-1, aquí mismo -en el Ogeta en el Manomanista de 2004- y tampoco pasó nada. En la final de San Fermines también le gané -en el Cuatro y Medio y también por parejas-, aunque no es un torneo oficial y no tiene da que ver, pero bueno. Yo, mientras vea que le puedo ganar, seguiré peleando. Si supiera que, haga lo que haga, me va a ganar, me tomaría las cosas de otra manera, pero veo que le puedo ganar. Si no, no hubiera venido a entrenar», comentó el pelotari, convencido.

Analizando esas tres finales, las dos últimas del Manomanista y la del Cuatro y Medio de San Fermín de este verano, uno tiene la impresión de que en el Labrit se vio a un Irujo más suelto y, sobre todo, mucho más valiente y atrevido, una opinión con la que no está del todo conforme el protagonista del partido. «No sé. Él tampoco jugó quizá tan ofensivo y confiado. Aquí lo que está claro es que hay que adelantarse al rival, hay que dar el paso para adelante antes que el rival, hay que incomodarle para que no ande a sus anchas, llevar la iniciativa será una de las claves», concretó el de Ibero. J.O.