Iñaki IRIONDO
MUERTE DE IÑIGO CABACAS

Silencios, evasivas y medias verdades, hilo conductor entre dos gobiernos

Los gobiernos han antepuesto la defensa de su Policía, al esclarecimiento de la muerte de un ciudadano

Primero el Departamento de Interior de Rodolfo Ares, y luego el de Seguridad de Estefanía Beltrán de Heredia, han insistido públicamente en que su objetivo es la máxima transparencia en el esclarecimiento de los hechos que acabaron con la vida de Iñigo Cabacas y su total apoyo a la familia. Sin embargo, lo hechos de unos y otros, invitan a pensar que la transparencia ha sido sustituida por los silencios, las evasivas, las medias verdades y algunas falsedades. De cómo se siente la familia, ya ha hablado ella misma: abandonada.

Rodolfo Ares anunció una inmediata investigación interna que paró en seco al abrirse la vía judicial. Al parecer, al Departamento no le dio tiempo ni a escuchar a sus propios agentes. Mientras la cúpula intentaba hacer ver que no sabía cómo había resultado herido Iñigo Cabacas, «Deia» contó en aquellos días, citando fuentes internas de la Ertzaintza, que «desde el primer momento se tuvo claro que sus heridas habían sido provocadas por un pelotazo. Este hecho es conocido por la mayoría de los agentes que trabajaban esa noche». No solo los ertzainas, sino que multitud de testigos, habían hablado del pelotazo antes de que Iñigo Cabacas muriera y se le hiciera la autopsia.

Aludir a la aparición en el lugar de los hechos de una porra extensible, no solo fue una evasiva, sino que entró en el terreno del juego sucio, puesto que este tipo de armas son utilizadas, precisamente, por ertzainas de paisano.

Ante el Parlamento, el entonces jefe de la Ertzaintza, Antonio Varela, habló de las diferentes posiciones de disparo para distintas distancias de los «peloteros». También en «Deia», varios agentes dijeron que no había instrucción alguna al respecto, ni habían recibido formación.

La gran sacudida de este caso para el nuevo Gobierno de Urkullu llegó con la publicación de las conversaciones de «Ugarteko» y el Departamento de Estefanía Beltrán de Heredia, como su antecesor, se puso a la defensiva. El cierre de filas primó sobre el esclarecimiento público de los hechos. La presión hizo que seis agentes fueran apartados de sus puestos. Oficialmente porque la revelación de las grabaciones condicionaba su trabajo. No pudo ser por eso. Relevó también a agentes que no tienen ningún protagonismo en esas conversaciones

Cuándo GARA ha dado a conocer las identidades del número dos de la comisaría que siguió los hechos de paisano en el lugar y la de Ugarteko, la consejera ha respondido hablando de motivos políticos y diciendo que no están imputados, no que no tuvieran responsabilidad en la muerte de Iñigo Cabacas. La instrucción está todavía en una fase en la que puede dar muchas sorpresas.

Y el último ejemplo de malabarismo verbal ha sido el relativo a la implicación de Aldekoa en los hechos de aquella noche. La distinción entre «dispositivo» y «operativo» con la que jugó el portavoz del Gobierno, pudiendo ser técnicamente correcta, no excluye al jefe de la comisaría de su responsabilidad, quizá no penal, pero sí evidentemente moral y política. Saber luego, por boca de la consejera, que también esa era una media verdad, porque Aldekoa estaba de servicio en San Mamés, retrata a todo el Gobierno.