Final del Cuatro y Medio

Aimar Olaizola confirma a Darwin en su teoría de la evolución

Charles Darwin y sus antecesores tuvieron la desgracia de que Aimar Olaizola nació más de un siglo más tarde que ellos, si no, le hubiera bastado este Cuatro y Medio, la final de ayer también hubiera sido suficiente para desarrollar la teoría que cambió la historia de la ciencia. El científico británico desarrolló su tratado de la selección natural en viaje por la costa sudamericana, el de Goizueta lleva 15 años dándole la razón en los frontones y alimentando el mito.

OLAIZOLA II 22

MARTÍNEZ DE IRUJO 16

Como todo deporte profesional, la pelota es una especie de selva en la que solo los más fuertes y aquellos capaces de superar las adversidades que se encuentran en el camino son capaces de sobrevivir. Estudiando las tortugas gigantes de las Galápagos, Darwin descubrió, que todas las formas vivas tenían un origen común y que, mediante pequeñas y lentas transformaciones, evolucionaron en las diversas formas de vida que hoy conocemos. Aquel que, dentro de unos años quiera estudiar la evolución de la pelota de este comienzo de siglo XXI, no tendrá más que repasar la videoteca y fijarse en lo hecho por este pelotari de Goizueta que en 2002 ganó su primera txapela del acotado jugando a bote, a una cosa muy distinta a lo visto ayer en el Ogeta, cuando se hizo con su séptimo título del acotado envuelto en un ritmo frenético y encontrando una solución como sacar al ancho cuando las cosas pintaban muy mal.

Sin embargo, este estudio se quedaría cojo y carecería de rigor si el análisis careciera de ese contrapunto como Juan Martínez de Irujo, el que verdaderamente está obligando al pelotari de Asegarce a superarse día a día para que su nombre quede impreso en los libros de este nuestro deporte.

Porque, por muchos problemas que hayan podido arrastrar durante la presente edición del Cuatro y Medio, Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo son las especies más fuertes de la pelota actual y ayer lo volvieron a demostrar en una vibrante final en la que el de Ibero estuvo mucho más cerca del de Goizueta que en las dos últimas del Manomanista, llegando incluso a tenerlo muy sometido.

Sin embargo, en el momento crítico de la batalla final, sus manos y sus rodillas se resintieron, todo lo contrario que el físico de Aimar Olaizola, que sufrió una evolución dentro del mismo partido.

Dudas iniciales

Y es que el Ogeta había devuelto, ya desde el miércoles, la sonrisa a Juan Martínez de Irujo, que confiaba en su exigente frontis para someter a su rival. Y lo hizo, porque al contrario de lo sucedido en los últimos duelos del Bizkaia, donde se mostró impotente, Irujo no solo fue capaz de plantarle cara, sino que fue él quien llevó la iniciativa durante gran parte del partido, y eso en Gasteiz es tener mucho ganado, pero no todo y para ganar a Aimar hay que acabar con él en cuanto da señal del menor signo de flaqueza.

Y Aimar Olaizola los tuvo en un arranque de partido en el que ambos pelotaris mostraron sus costuras pero en el que, por inhabitual, las carencias de Aimar Olaizola destacaron más. Ese par de pelotas que el campeón dejó de llevar desde el ancho recordaron al que tanto sufrió ante Saralegi, la vista tampoco le ayudó en otro par de pelotas que creía iban a irse fuera pero terminaron dentro, ambas en sendos restos de saque. Ahí, en las respuestas al saque estuvo el otro gran asidero del esperanzador inicio de partido de Irujo.

Porque si durante su tránsito durante el campeonato el resto había sido una de sus grandes lagunas, ayer fue en eso, en meter la zurda y la cintura para responder al de Goizueta en lo que mejor estuvo Irujo y lo hizo desde el primer saque que, como casi siempre, fue para Aimar.

Así, el pelotari de Aspe logró hasta poner de su lado el dinero de la cátedra, que había salido muy en su contra cuando llegó a ponerse 12-6. Sin embargo, a Irujo se le fue gastando su chispa inicial, en ningún momento logró conectar su gancho de izquierda y para colmo, se le clavó una pelota en su derecha, con lo que sus pelotazos fueron perdiendo el fuelle inicial, lo que permitió a su rival ir creciendo a base de vaciarse en defensa e ir activando su tiralíneas.

El 9-12, un tantazo de dos paredes tras 25 pelotazos después de haberse exprimido en tareas defensivas fue el anuncio de que algo había cambiado, de que a Martínez de Irujo se le empezaba a nublar la vista viendo que su zurda adolecía de falta de violencia, también aparecieron molestias en la rodilla, y de que Olaizola II había empezado a dejar atrás todos esos temores previos gracias a ese gen competitivo que también debería ser motivo de estudio.

Ese sexto sentido del que carecen el resto le llevó a probar con sacar al centro, una atípica solución que le permitió activar el saque-remate y todo su inigualable arsenal ofensivo. En este nuevo escenario, la primera ventaja colorada no tardó en llegar, se produjo en el 14-13, y la txapela comenzó a tomar carretera a Goizueta. Irujo tuvo su pequeña reacción, partiendo de un ganchazo al ancho en el 16-14, pero todavía no ha dado con la fórmula para poder parar a un Olaizola II desatado.


«La clave ha sido acertar al sacarle al ancho»

Sin querer dar demasiada importancia a su séptima txapela del acotado y decimoprimera individual «en eso pensaré cuando me retire dentro de unos años», Aimar Olaizola se mostró muy satisfecho por haber podido darle la vuelta a una final que se le había puesto muy cuesta arriba. «Pero aquí hay que seguir hasta el último tanto. Para mí la clave ha estado en que le he acertado a sacar al centro», señaló el de Goizueta, confirmando la impresión de que esos pelotazos eran intencionados y no fallos a la hora de cruzar la pelota con el disparo inicial.

Por su parte, Juan Martínez de Irujo se mostró algo resignado tras no haberse quedado, otra vez, sin calarse la txapela, aunque le quedaba el consuelo de haberle puesto las cosas muy complicadas al de Goizueta. Eso sí, confirmó que desde el principio tuvo problemas en su derecha y se lamentó de que nunca conectó bien su gancho. J.O.