Ion SALGADO
IMPACTO DE LA CRISIS EN EUSKAL HERRIA

Martes 22.00, esperando a las sobras del hipermercado

La escena, tremenda, se repite a diario al llegar la hora de cierre de este supermercado. La cadena y la ciudad son lo de menos; en otros centros y lugares ocurre otro tanto. Hoy se ha reunido más de una quincena de personas. Esperan a los contenedores con las sobras.

La crisis económica ha disparado la tasa de paro, ha incrementado la pobreza y ha puesto contra las cuerdas a miles de familias en Euskal Herria. Personas que, en casos extremos, tienen que buscar en los contenedores algo que echarse a la boca. Basta con pasar cerca de un hipermercado a la hora de cierre para ver esta dramática realidad, desconocida por unos e ignorada por otros.

Es martes, las agujas del reloj marcan las nueve y media de la noche, y el mercurio apenas supera los cero grados. Pero el gélido fin de otoño de Gasteiz no importa a las personas congregadas en la parte trasera de El Corte Inglés. Un oscuro lugar en una zona pudiente de la ciudad, donde se concentran más de quince personas. Hombres y mujeres, autóctonos y foráneos, que esperan a que se marchen los camiones para registrar los depósitos de basura.

Parte el último camión y los trabajadores del almacén de esta superficie comercial sacan cuatro contenedores verdes a la calle. De forma ordenada, los presentes toman posiciones y comienzan a revisar la basura acumulada durante la jornada en busca de algún alimento en buen estado. Las linternas alumbran el interior de los depósitos, de donde afloran cajas y bolsas. Verduras, pescado, lácteos... cualquier cosa es bienvenida.

Llama la atención la tranquilidad de la búsqueda y la solidaridad de estas personas. Aquí no se halla la locura consumista propia de los grandes almacenes, pese a que la situación obviamente es bastante más desesperada. Aquí nadie se pelea por un bien material y probablemente prescindible, tal como ocurre en muchos centros comerciales. Unos ayudan a otros y tratan de compartir lo poco que consiguen encontrar. Un hombre extiende la mano y ofrece a una mujer uno de los productos que ha encontrado en el interior de un contenedor.

«Todos los días»

Los trabajadores y los guardias de seguridad del supermercado asisten a una escena que conocen bien. «Vienen todos los días», reconocen mientras se preparan para concluir su jornada laboral. No emiten respuesta alguna al preguntarles por la dureza de la imagen, pero el gesto habla por ellos.

Todo ello ocurre el día que el alcalde, Javier Maroto, del PP, ha celebrado con cava la designación de Gasteiz como «Capital española de la Gastronomía». Ajenos a ello, al caer la noche, una quincena de convecinos tienen que buscarse su propia cena entre las sobras.