Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «El único superviviente»

Oda patriótica a una misión fallida en Afganistán

Las películas de acciones de comandos ya no son lo que eran, porque no existe hoy en día una mentalidad que justifique las hazañas bélicas. Pero en Hollywood siguen a lo suyo, como si nada hubiera cambiado, y les da lo mismo la Segunda Guerra Mundial que la campaña de Afganistán, con tal de equiparar a nazis y talibanes. Para más inri en lugar de rodar «Lone Survivor» en las localizaciones naturales de las montañas afganas de Kunar, la película cuenta con exteriores de Nuevo México, con lo que recuerda a aquellos westerns racistas en los que el Séptimo de Caballería mataba a los nativos como si fueran moscas.

El reponsable del genocidio cinematográfico es Peter Berg, que para llamar la atención en sus comienzos se hizo el malote con su efectista ópera prima «Very Bad Things», convirtiéndose luego en un manso corderito dispuesto a manejar los presupuestos millonarios de las superproducciones de superhéroes, siempre con la bandera de las barras y las estrellas ondeando en lo alto. Ese sello patriotero lo traspasó a «Battleship», ruinosa adaptación del juego de mesa «Hundir la flota». Metidos ya de lleno en belicismos Made in USA, la adaptación del libro autibiográfico del militar condecorado Marcus Luttrell ha sido una consecuencia lógica y esperada.

Luttrell fue, efectivamente, el único superviviente de la Operación Red Wings, y a sus compañeros caídos va dedicada la película. Sus verdaderos rostros asoman en las fotografías de los títulos de crédito finales, a los sones de la canción de David Bowie «Heroes», en la cargante versión interpretada por Peter Gabriel.

Tanta solemnidad oficialista no cuadra con una realización que quiere servirse de un estilo documentalista de cámara en mano de reportero de guerra, ya desde las escenas iniciales en el campamento, con el duro entrenamiento que será puesto en práctica durante la fallida misión para capturar a un líder talibán. Ésta no es, aunque lo quiera parecer, una película de Kathryn Bigelow, y menos aún de Paul Greengrass.