Editorial
La Jornada, 2014/1/6
HEMEROTEKA

Irak: la guerra sigue

(...) a dos años de la retirada militar de Estados Unidos en Irak, y a casi 11 del inicio de la invasión ordenada por George W. Bush, el país árabe continúa sumido en una guerra civil sin perspectivas ni esperanza de arreglo, con unas autoridades centrales extremadamente débiles, sostenidas, en buena medida, por la ayuda militar occidental, y dedicadas a administrar el régimen de saqueo neocolonial instaurado por las potencias occidentales que arrasaron el territorio iraquí en la década pasada.

Esta situación, a su vez, pone en perspectiva histórica la incursión militar emprendida en 2003 contra Irak (...).

En realidad, tras esas falacias la superpotencia ocultaba su determinación de hacerse con los recursos naturales iraquíes -el petróleo, especialmente- y de establecer una nueva posición geoestratégica en la región del Golfo Pérsico y de Medio Oriente, objetivos que fueron plenamente conseguidos por Washington.

El pueblo iraquí, por su parte, sufrió miles de muertes, pérdidas materiales incalculables, experimentó masivas violaciones a los derechos humanos, se vio despojado de su soberanía y de sus recursos petroleros, vio florecer en su territorio el extremismo fundamentalista que el derrocado dictador había man- tenido a raya y, para colmo, fue abandonado a su suerte en medio de una guerra intestina.

Es evidente la responsabilidad que atañe a Estados Unidos, Gran Bretaña, España, Italia y los otros gobiernos (...). Esos actores internacionales debieran sentirse obligados, hoy, a desplegar toda suerte de esfuerzos diplomáticos y pacíficos para detener los enfrentamientos internos en el país invadido y a contribuir a su reconstrucción, no con la lógica mercantilista con que la Casa Blanca otorgó contratos de infraestructura y servicios a las empresas de la mafia Bush-Cheney, sino con un sentido humanitario y desinteresado.