CARLOS GIL
CRíTICA | Teatro

«André y Dorine»: Coherencia interna

Máscaras que hablan en medio de un silencio escénico que se va llenando de ecos que llegan desde la emoción, la memoria, el recuerdo, el amor o el ciclo de la vida. Una actriz y dos actores que interpretan a una docena de personajes, sus cuerpos sirven para metabolizar y dar soporte y movimiento a esos individuos que se expresan con un gesto ritual, una máscara, pero que se complementan, se convierten en algo vivo en esa interpretación de los actores, esos movimientos, esos gestos, que hacen que una foto fija parezca hacer muecas, y que transmiten todos los subtextos, los diálogos, lo sufrido, lo ahogado y lo explícito. Una historia emotiva, triste, dura, la pérdida de la memoria de una anciana, ese viaje hacia la demencia senil acompañada por un compañero, su marido, con el que llevan años compartiendo anhelos, espacios, sueños, un hijo. Una historia comprensible, contada sin estridencias, en un ritmo interno muy equilibrado, que se presenta en una escenografía realista que se ve trastocada, precisamente, porque sus moradores llevan esas máscaras, por lo que a partir de ese quiebro todo el discurso escénico se va acelerando hacia otros estadios estéticos, a otras exigencias dramatúrgicas y esfuerzos interpretativos.

Y si la historia conmueve es por esa sencillez narrativa buscada y por la coherencia interna, por que todos los elementos, luz, sonido, espacio, máscaras e interpretaciones van perfectamente acomodadas, multiplicándose sus valores por su perfecto encaje, que van penetrando en los espectadores que deben combatir entre lo que les llega a la razón, lo que pasa por el corazón, pero que se acaba convirtiendo en una expresión de convicción por el gran trabajo actoral. Un esfuerzo mayúsculo, un cambio constante de personajes, de máscara, vestuario y actitud física, que van tejiendo un magnífico espectáculo teatral. Es una de esas obras que han llegado a un estado de gracia perfecto. Todo parece en su sitio, no falta ni sobra nada, consigue emocionar, divertir, identificarse con esas máscaras, pensar sobre el asunto tratado. Un magnífico espectáculo que ha recorrido medio mundo y merece recorrer el otro medio y estar en todas las programaciones por su calidad teatral. Un dato, en la función presenciada y las siguientes, tenían la sala llena.«Itsasoaren emazteak» ikuskizun handia dugu zentzu guztietan; itsasoa begiratu eta entzuteak bezala, sosegu berezi bat eragiten duena, malenkonia eta zirrararen artekoa.