Un muerto
Siento asco al escribir con esta aparente insensibilidad o frivolidad, pero al leer la manera en la que se plantea desde las huestes del ultra nacionalismo español esta situación, al vislumbrar los supuestos beneficios teóricos que le reportaría a Fernández Díaz y sus mil escritores una circunstancia de estas características para poder imponer con argumentaciones su infumable, represiva, antidemocrática ley de «seguridad», todo es verosímil. Especialmente cuando los tertulianos televisivos, radiofónicos, los plumillas del régimen insisten en el asunto, pero dándole la vuelta, diciendo que esos supuestos «extremistas radicales» buscan lo mismo, un muerto, para crecer en credibilidad.
Es decir, estamos ante una aberración que se está cociendo en las cloacas del sistema, que se ejecuta de manera ostensible ante las cámaras de televisión, los vídeos particulares, en donde el despliegue de los guardias de asalto es desproporcionado, violento, agresivo, típico de una monarquía choricera como lo que se ha convertido definitivamente con Alí Rajoy y sus cuarenta asesores este fallido estado que soluciona las cosas a decretazos, banderazos, rosarios y represión policial en paralelo al asalto a la justicia. Un cuadro goyesco posmoderno. Y TVE es su arma más tóxica, más manipuladora y al servicio de esa supuesta tétrica búsqueda, la que contribuye a la escalada de la tensión. En Burgos rompieron la barrera de lo soportable.