Mikel INSAUSTI DONOSTIA

«Nymphomaniac vol. 2» cierra el díptico sexual de Lars Von Trier

A pesar de que con esta segunda parte de «Nymphomaniac» habremos visto la película completa, de cinco horas, que Lars Von Trier tenía en mente, resulta difícil juzgarla debido a las ambigüedades y contradicciones del polémico autor.

Lars Von Trier nunca nos lo pone fácil a los que tenemos que comentar sus películas, más ahora que ha decidido no hablar ante la prensa a raíz de los ataques que sufrió en Cannes por sus declaraciones sobre Hitler y el sionismo.

De una obra que se supone que originalmente dura cinco horas y media, nos hemos encontrado con el estreno comercial de dos partes de aproximadamente dos horas. Sin ver «Nymphomaniac» completa es complicado juzgarla, teniendo en cuenta las ambigüedades y contradicciones del autor.

El rótulo inicial advertía sobre la ambivalente postura de Lars Von Trier, quien autoriza la edición que estamos viendo pero no participa en ella. Así que no se puede saber si hay autocensura o no. Lo cierto es que los primeros cinco capítulos exhibidos se decantaban por metáforas sexuales de muy variada temática, sin rastro del material pornográfico anunciado.

Se suponía que el sexo explícito fue rodado con actores y actrices porno, para luego insertar la imagen de cintura para arriba de los intérpretes dramáticos.

Tres capítulos finales

El primer volúmen estaba protagonizado por la joven actriz Stacy Martin, que comparte el personaje central con Carlotte Gainsbourg, quien ya en la edad adulta narra a su ocasional anfitrión Stellan Skarsgard la vida marcada por la adicción al sexo que le ha llevado a ser recogida en un oscuro callejón y en un estado lamentable.

Restan, consiguientemente, los tres capítulos finales, correspondientes a las imágenes en las que ya es la propia Charlotte Gainsbourg quien participa en escenas de sexo duro.

No en vano el sexto capítulo es el titulado «Límite sado», donde la protagonista se inicia en las prácticas sadomasoquistas. El séptimo es «Arrepentimiento imposible» y el octavo «Silencio». Charlotte Gainsbourg, que ya contaba con la experiencia previa de «Anticristo» y «Melancolía», aceptó volver a trabajar con Lars Von Trier, pero poniendo una serie de límites al exhibicionismo físico.