Koldo LANDALUZE DONOSTIA

GARA, quince años de titulares y latidos sociales entre todos

Hace quince años, un nuevo proyecto mediático se asomaba a las calles para aportar un modelo informativo. Día a día, las rotativas rememoran la declaración de intenciones que Oteiza acompañó al logotipo que diseñó para GARA: «Galburu berriak tai gabe ari dira hazten...».

La madrugada del 15 de julio de 1998, el diario Egin vivió una pesadilla sin retorno y dictada por una orden judicial. Mientras el periódico acudía puntual a su cita matutina con los kioskos, el desorden impuesto quiso acallar a quien lo paría cada noche. Cuando las rotativas de «Egin» fueron silenciadas, parte de un latido social también se detuvo.

Un huevo sabio y parlanchín que fue imaginado por el escritor Lewis Carroll con intención de dar la réplica a la niña Alicia en «A través del espejo», legó para la posteridad esta máxima que puede ser asociada a los dramáticos episodios que derivaron en el cierre de un medio de comunicación y cercenaron la libertad de expresión: «Cuando yo uso una palabra - dijo Humpty-Dumpty con un tono burlón - significa precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos.

«El problema es - dijo Alicia - si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

«El problema es - dijo Humpty-Dumpty - saber quién es el que manda. Eso es todo».

Ateniéndonos al valor y significado de las palabras que Jaime Mayor Oreja expresó tras el cierre de «Egin» -«Esos nunca tendrán un periódico»-, difícilmente podría ser imaginado el encadenado de situaciones que se sucedieron a partir de aquel 15 de julio del 98. Todo transcurrió en un medido compás de frenesí calculado, un tempo social, político y mediático que reclamaba una voz que le fue arrebatada. Mientras bullía una respuesta acorde al órdago lanzado desde el Estado español, un humilde latido de noticias llamado «Euskadi Información» se asomaba a las calles de Euskal Herria para mitigar el eco perdido del diario «Egin» y Egin Irratia. Obligado por la necesidad de continuar informando, un equipo de trabajadores mantenía prendida la llama de «Euskadi Información», mientra otro equipo elaboraba un nuevo proyecto mediático.

La apuesta inicial resultaba tan arriesgada como fascinante, crear un nuevo vehículo informativo ambicioso y acorde con el interés de buena parte de una sociedad que se negaba a admitir un modelo mediático que no se asemejaba a sus inquietudes sociales, culturales y políticas. La ciudadanía se volcó de pleno y respondió con creces al llamamiento que se le hizo: se requerían mil millones de pesetas para dar forma a un nuevo sueño y la respuesta superó con creces esta expectativa que hizo posibles los mimbres de GARA y gracias a la plataforma Baietz.

Difícilmente volverá a repetirse una respuesta social de semejante magnitud. Euskal Herria dictó su propio veredicto y sentenció que había que hacer algo. Incluso el viejo minotauro Oteiza bramó su enfado y desde su laberinto creó un logotipo que debía dar sentido y forma a lo que suponía GARA.

La mecánica de la necesidad aceleró los acontecimientos. Los primeros pálpitos del nuevo proyecto retumbaron en un Velódromo de Anoeta que, en otoño del 98, fue abarrotado por una marea humana que disfrutó con los sonidos solidarios aportados por Mikel Laboa, El Drogas, Lluis Llach y Enrique Morente, entre otros muchos. El 4 de enero la solidaridad se escenificó esta vez en el Anaitasuna de Iruñea y allí se anunció que Mertxe Aizpurua iba a ser la directora de esta realidad que sería palpada y leída veinticinco días más tarde cuando, en Kafe Antzokia de Bilbo, se asomó por primera vez el número cero de GARA. A partir de ese instante, las rotativas se conjuraron para no detenerse más y alimentar un latido llamado GARA.