BERA BERA 22

ATLÉTICO GUARDÉS 19

Bera Bera sacó adelante un partido incómodo, en el que nunca se sintió a gusto, aunque curiosamente el resultado no peligró en ningún momento porque mantuvo siempre el mando en el marcador (salvo en el 3-4). Desde el primer momento se vio que el balón no circulaba con la fluidez de partidos anteriores en Bidebieta, quizá porque la defensa gallega es de las más fuertes físicamente de la categoría y frenaba las progresiones locales, y también porque Ana Martínez acusó la falta de partidos y en algunos momentos se mostró excesivamente ansiosa y precipitada, un peaje que quizá haya que pagar en su regreso tras la lesión. Lo cierto es que la selección de tiro fue deficiente, facilitando la labor de Maestro, que estuvo muy acertada en la portería gallega.

Además en el camino los problemas se le iban acumulando a Bera Bera. Núñez veía su segunda exclusión en el minuto 14, lo que obligaba a Imanol Alvarez a meter a Ederra como compañera de Elorza en el centro del 6:0 defensivo. Pero al filo del descanso, tras una recuperación de balón, Kurchankova se lanzaba al ataque y, poco antes de llegar al área rival, hacía un quiebro para superar a una defensora, y se cruzaba en el camino de Ederra, que corría detrás y la embistió. Los árbitros entendieron que había sido una acción antideportiva y mostraron la roja a la de Lizarra, con lo que Menéndez pasaba al centro con Elorza -que jugó 60 minutos, como Castro- en la segunda parte.

Alvarez pretendía reservar a Eli Pinedo, tocada en un muslo, pero se vio obligado a sacarla en el tramo final de la primera parte, y además en el extremo derecho no podía contar con el recambio de Etxeberria, que jugaba en Barakaldo un partido trascendental con el equipo juvenil para salvar la categoría en la Liga Vasca (objetivo que lograron tras ganar al Zuazo por 14-15).

Pero la defensa y Temprano sostuvieron una vez más al equipo en los malos momentos, secando a dos de las principales bazas ofensivas del At. Guardés, Doiro y la pivote Alba Dapena, que apenas disfrutaron de ocasiones claras para marcar, aunque Doiro estrelló tres remates en los palos en la segunda mitad. El ataque gallego quedó en manos de Kurchankova, que tiró hasta 17 veces a gol y marcó 9.

En este escenario los goles cayeron con cuentagotas los primeros 20 minutos (5-5), hasta que una buen racha de Temprano, dos acciones de Elorza, un contraataque directo de Ziarsolo (que ayer cumplía 32 años) y un último gol extraño, casi con la bocina -Maestro salía muy lejos de su portería para interceptar la vaselina de Castro, pero el rechace caía en las manos de Menéndez que, con la portera encima, marcaba a puerta vacía-, abría un hueco de 4 goles, que no reflejaba la igualdad habida hasta entonces, pero premiaba el instante de inspiración aprovechado por Bera Bera.

Pero en la reanudación las donostiarras volvían a las andadas, Maestro seguía muy enchufada en la portería, Doiro y Andrea Dapena daban señales de vida y Ana Cerqueira, que jugaba en la posición de la extremo zurda Côrte -sacrificada por su entrenador para evitar el cambio ataque-defensa-, aprovechaba dos contraataques. En un cuarto de hora el At. Guardés se ponía a uno (14-13), e Imanol Alvarez decidía colocar a Eli Pinedo como lateral para desatascar el ataque.

Y de la mano de la de Amurrio surgió el segundo rato de inspiración ofensiva de la tarde, que vino acompañado de un apagón de las gallegas que duró cinco minutos (en los que perdió cuatro balones y no pudo ni rematar una sola vez a gol), los suficientes para que el marcador pasara del 15-14 al 20-14 a diez minutos del final, haciendo casi imposible ya la remontada.

Dos lanzamientos de recurso de Eli Pinedo, de cadera, inhabituales en ella, seguidos de una superioridad fabricada con Elorza que Castro culminó, junto al segundo y último contraataque del partido para Bera Bera -otra vez de Ziarsolo-, y un nuevo gol de la brasileña Castro, tras recuperar Martínez un rechace y facilitarle una asistencia, sentenciaron el partido. Kurchankova, con 4 de los 5 últimos goles de su equipo, intentó resistirse, pero ya no había nada que hacer.